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Una iglesia para Santa Bárbara

Nuestro colaborador José Antonio Vega Álvarez tiene toda la razón del mundo al afirmar la importancia de todo nuestro patrimonio, más allá del legado industrial minero. El religioso nos conecta con la historia y la tradición de una comunidad, su identidad cultural y espiritual. Aunque estos lugares consagrados vean paulatinamente desaparecer su función de espacio habitual de encuentro y de reflexión, su valor artístico y arquitectónico, testigo del talento y la creatividad de artesanos de nuestro valle, como Vicente Secades, sigue siendo significativo. La iglesia de Santa Bárbara, inaugurada en 1942, y su vinculación con Hulleras del Turón tiene un doble atractivo turístico. Al margen de cualquier creencia, es parte de nuestra historia.

 

HABLANDO DE TURÓN

 

 

José Antonio Vega Alvarez

 

 

 

Una iglesia para Santa Bárbara

Hoy, desde el Ayuntamiento y algunos grupos culturales de Mieres, se está intentando promocionar la imagen de Turón basándose en su rico patrimonio minero, pero quizás se les esté olvidando que el valle cuenta con diversos tipos de patrimonio y uno de ellos es el religioso, que está formado por varias iglesias, ermitas y pequeñas capillas, algunas de ellas privadas. Este patrimonio  y muchos más que se deberían integrar con el minero y con otros aspectos como el patrimonio inmaterial, que aún está por explorar e investigar.

Aunque a muchos ciudadanos de las cuencas no les guste, lo cierto es que las iglesias y los sacerdotes tuvieron un papel importante en la vida de las gentes de Turón. En estos templos se celebraron numerosos actos religiosos, como bautizos, matrimonios y misas especiales, así como decenas de entierros de mineros muertos en accidentes laborales. Estos funerales eran muy duros, pues casi siempre acudían centenares de personas, rotas de dolor, a despedir a los que habían perdido la vida en el trabajo. Por eso, el comercio se solidarizaba cerrando sus puertas en señal de duelo, y muchos lo hacían durante todo el día.

Lo que quizás no sea muy conocido es que las dos iglesias más grandes del valle de Turón son dos magníficas obras diseñadas por los arquitectos Somolinos, dos hermanos que dejaron su buen hacer en las iglesias de La Cuadriella y de La Felguera. También podemos decir que las viviendas de Peñule, levantadas por Minas de Figaredo para sus trabajadores, fueron diseñadas por estos hermanos, siguiendo el modelo de la Ciudad Residencial de Perlora, otro de sus proyectos más destacados.

                                         

En la cuenca del Caudal estos arquitectos, además, serían los encargados de construir las iglesias de Santullano, en Mieres, y la iglesia parroquial de Pola de Lena. La primera se inauguró el 7 de enero de 1956, momento en el que también se constituyó oficialmente la parroquia. Antes de que se construyera este templo, los feligreses de la zona acudían y realizaban distintos oficios religiosos en la capilla del palacio de Villarejo.

Ahora, centrándonos en el valle de Turón, diremos que lo que hoy conocemos como iglesia parroquial de Santa Bárbara, en La Cuadriella, comenzó a gestarse en el año 1938 y para ello se encargó a los hermanos Somolinos el trabajo. Estos diseñaron un amplio edificio, con aspecto de catedral. Todo de piedra arenisca sin revestimiento, siguiendo lo que es tradicional en España: la arquitectura de la piedra.

Ya concretado y matizado el proyecto, en La Cuadriella se celebraría el acto solemne de colocar la primera piedra del templo parroquial. Para ello se contaría con la asistencia del clero de la diócesis, autoridades presididas por el comandante Cisneros, el director de Hulleras de Turón, el ingeniero Sr. Breña y demás ingenieros. La fecha elegida sería el 18 de julio de 1939, poco más de tres meses después de que el ejército franquista emitiera el 1 de abril aquel famoso bando desde Burgos en el que se anunciaba que todo había terminado.  El acto de colocación de la primera piedra fue un acontecimiento histórico para el valle de Turón, que había sufrido  y aun estaba sufriendo los estragos de la guerra civil y buscaba recuperar su actividad minera y su vida social.

A las diez y media de la mañana se celebró una misa rezada, que contó con la intervención de la orquesta de la Tercera Bandera de Asturias, interpretando música litúrgica con gran armonía y solemnidad. Ofició el párroco de Turón, José Fernández, y fue presidida por el obispo de la diócesis. A su lado se colocó el comandante militar Cisneros, el director de Hulleras de Turón, el señor Breña, y todos los ingenieros de la empresa con sus familiares.

Después de la misa, el obispo procedió a la bendición del solar y acto seguido se colocó la primera piedra de la iglesia, que se construiría con toda diligencia. En la explanada se había congregado el pueblo en masa y el obispo pronunció una sentida plática.

Finalmente se tocaron los himnos nacional y los del Movimiento, que fueron escuchados por la multitud con el brazo en alto (este saludo fue obligatorio hasta 1945). Luego desfilaron, entre grandes aplausos, las fuerzas de la Tercera Bandera, de guarnición en el pueblo.                                                            

Terminados los actos religiosos, las autoridades se reunieron en un fraternal banquete en el bar “Los Chicos”.

Aquel mismo día, por la tarde, en La Rabaldana, tuvo lugar la fiesta de Exaltación del Trabajo, con asistencia de obreros, empleados y patronos de Hulleras de Turón. A todos los obreros y empleados se les entregó un bollo con chorizo y una botella de vino.

Volviendo a la historia de la edificación de La Cuadriella, esta sería inaugurada en 1942, siendo puesta bajo la advocación de Santa Bárbara y denominándose Capilla de La Cuadriella. Consta de una sola nave de 19 m. de longitud por 9,50 de ancho; calculando dos personas por metro cuadrado, da una capacidad de 360. Incluyendo pórtico y ábside, tiene una longitud de 30 m. Lleva una sola torre de 18 m. de altura, colocada en uno de los ángulos del frente. En el interior hallamos la habitual tribuna a los pies, una nave abovedada (contrafuertes que recogen los empujes ritman sus muros) y un ábside amplio, con el suelo realzado mediante escaleras y cubierto con bóveda de horno. Unos ventanales en arco de medio punto, practicados en la zona alta de los muros, dan luz al interior. El altar, el retablo y la balaustrada del presbiterio son obra de la Casa del Río, de Oviedo, todo muy artístico y del mejor gusto. El retablo es una reproducción.

En el año 1961, ante el crecimiento humano de Turón se crea la parroquia de Santa Bárbara pasando esta Capilla a ser la iglesia Parroquial.

La primera iglesia parroquial dedicada a Santa Bárbara, como tal, sería la del municipio de San Martín del Rey Aurelio, datada en el año 1892. Cincuenta años después, en La Cuadriella, se puso su iglesia bajo su advocación, al igual que la del Poblado de Santa Bárbara en Gijón y la de Llaranes en Avilés.

Como hemos dicho, el valle de Turón cuenta con un rico patrimonio natural, cultural, social, religioso e industrial, que puede despertar la curiosidad de los posibles visitantes. Todos estos elementos juntos conforman la identidad y la memoria de este lugar, que ha vivido momentos de esplendor y de decadencia. Para evitar el olvido y la pérdida de sentido del valle de Turón, es necesario valorar y difundir su legado, así como impulsar iniciativas que favorezcan su desarrollo y su dinamización. Quizás la renovación de ideas esté por llegar o eso esperamos.

 

© José Antonio Vega Álvarez - Mieres, noviembre de 2023