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Alta Edad Media: Iglesia, Monarquía y Señoríos

Alta Edad Media


monarquia2.jpgSe puede decir que para la Alta Edad Media se va dibujar una situación caracterizada por el aprovechamiento primitivo del espacio agrario, el papel fundamental de la recolección, una agricultura rudimentaria en utillaje y un peso notable del sector ganadero. Asimismo, es en el siglo VIII, cuando comienza la disgregación de la propiedad que sustentaba la organización tribal: los individuos se desprenden de las porciones que les corresponden entre parientes y coherederos y lo que es más importante no sólo de su parte física en la tierra colectiva sino también del derecho sobre la misma. Las propiedades son ya en si pequeñas por las características geográficas y los sucesivos repartos hereditarios las empequeñecerán aún más; las donaciones y ventas permitirán el acceso al grupo familiar de personas extrañas al mismo y completarán el efecto disgregador propiciando la aparición de la propiedad privada bien en manos de pequeños campesinos libres, bien incorporadas a un patrimonio de dimensiones mayores, que con el tiempo también conseguirá integrar en el mismo las propiedades alodiales.

A pesar de todos estos cambios, el modelo social vigente, estará marcado por elementos gentilicios. Hay un predominio de población libre, organizada en comunidades de aldea, con un sentido de la familia extenso y erigido como célula básica de la sociedad, que parece asentarse sobre lazos de parentesco, donde los ancestros desempeñan un papel de relación con el derecho de propiedad de la tierra, así como también la mujer, en un recuerdo evidente del pasado matriarcal que se difuminará en la segunda mitad del siglo IX, al imponerse la sucesión de padre a hijo. Y será entonces cuando los vínculos de dependencia comiencen a estructurarse en torno a los dos elementos claves del feudalismo: los señores y el campesinado.
 

La Iglesia


Dentro de este marco, la Iglesia actúa como agente civilizador y con ella penetran en Asturias, influencias externas que afectarán tanto al ámbito material como espiritual. Está aceptado por numerosos autores, que desde el siglo VIII hay presencia de monjes eremitas en Asturias; llegaron quizás apoyados en su celo misionero siguiendo los pasos de otros monjes que ya habían asumido en los siglos VI y VII, la tarea de evangelizar a los astures; Asturias les ofrecía por otro lado, la soledad que convenía a su misión y la protección frente a las oleadas musulmanas. Minguez Fernández (1), señala que todo el norte de los páramos leoneses constituiría en el siglo X un inmenso bosque que enlazaba y servía de transición entre el bosque de la meseta y el de la montaña cantábrica. fuctuoso-2.jpg

En centurias anteriores se había formado un gran núcleo cultural visigodo creado por S. Fructuoso, el santo de la Tebaida leonesa del valle del Silencio, en el Bierzo, donde se establece con anacoretas de la Bética, Toledo y Mérida, que ocuparon también lugares del patrimonio familiar del santo en León, ya próximos a Asturias  (2); por otro lado, a causa de las invasiones musulmanas y sobre todo a causa de las razzias de Almanzor, grupos de emigrados (iuniores, pequeños propietarios y colonos) se trasladaron desde la Meseta hacia las montañas de Asturias y León; a estos grupos se les unirían contingentes mozárabes desplazados de tierras más al Sur. De hecho, con anterioridad y según recoge Antonio Yepes (3), monjes de Sahagún se habían acogido a las montañas asturianas, huyendo de las incursiones árabes; en estos contingentes de población, había prendido con fuerza el culto a los mártires de época romana y musulmana y de hecho, no es descartable pensar que grupos escogidos de dicha población, traerían consigo reliquias de los citados mártires.

Por otra parte no debemos olvidar que en el caso del Valle de Turón, se dan todas y cada una de las características que son elegidas a la hora de establecerse en los primeros siglos medievales por grupos de monjes que constituyen la vanguardia de la repoblación: lugares con fuentes de agua (4) , zonas de pastos, vegas fértiles y abrigadas y terrenos fácilmente protegibles frente a posibles incursiones. Quizás la falta de datos documentales, pueda suplirse con un análisis amplio y riguroso de la rica toponimia menor que conserva el Valle y que salvo excepciones ha llegado a nosotros con notable pureza; por otra parte no hay que olvidar que la formación de topónimos derivados de nombres de propietarios, partieron en muchos casos de las repoblaciones de los siglos VIII al X (5) .
fuentes de agua2.jpg
 

La monarquía y los grandes señoríos.


A fines del X, la monarquía retrocede en beneficio de los grandes señoríos, laicos o eclesiásticos, quienes se convertirán en los grandes protagonistas del devenir histórico de la región en las tres siguientes centurias; señores muchas veces anárquicos e insumisos ante el rey y abanderados del proceso feudalizador de la tierra. Un segundo escalón social, va a conformarlo una nobleza de segunda fila, una nobleza rural de pequeños propietarios libres en la que más adelante cristalizarán los hidalgos. El tercer escalón lo integrará el campesinado, un sector que progresivamente irá quedando bajo el control de los señoríos y en el que incluso se integrarán algunos miembros de la nobleza rural venidos a menos.

En el Valle se configuran dos núcleos señoriales eclesiásticos distintos: el que se estructura dependiendo del monasterio de S. Vicente y el que enlaza con tierras leonesas a través de S. Isidoro y Sahagún (6). El Valle, entendido como unidad geográfica natural impuesta por la orografía, alberga villas y familias asentadas de antiguo en él (7) o que llegan a asentarse, creando fuertes lazos consanguíneos; al tiempo comienzan a perfilarse las bases de una primera organización administrativa encarnada en delegados regios (comes, tenentes, merinos...) que posiblemente y como opina el profesor Santos Coronas, debió encubrir una primera señorialización que aceleró el proceso de fragmentación de la propiedad agraria libre, que pasaría a engrosar el patrimonio señorial.

La forma de villas evoluciona desde la simple explotación agrícola hasta el asentamiento de aldea con caracteres más complejos: en las vegas y laderas próximas a las mismas, se caracterizará por elementos disociados (casa, orros, molinarias, calinarias, tacularibus, ortos, terras...) que conforman el poblo; en las zonas de media montaña, la aldea adquirirá formas más compactas en sus elementos, aunque repite en parte el modelo de las zonas bajas, pero definiéndose por un espacio de aprovechamiento pastoril y comunitario, con la cabana como núcleo en torno del cual se organizan las zonas de pastos para el ganado, con un claro sentido estacional. En estos documentos (8), la casa se define con un terreno propio, el controzio, cerrado o no, que la delimita, los ortos, contribuyen al sostenimiento familiar directo, mientras las terras lauoratorias e por lauorare se destinan al sostenimiento de la explotación; la explotación se caracteriza por el sistema de rozas, que ocupan el suelo de manera intensiva y temporal principalmente por lino y cereal; no hay referencias expresas al tipo de cierres, pero si tomamos el que ha SEBES.jpgllegado a nosotros tradicionalmente, tendríamos dos tipos: el formado por sebes con elementos vegetales y en algunos casos, árboles frutales (para separar parcelas dentro de parcelas) y el formado por llábanes (para separar las fincas de los caminos) aunque en algunos casos se alternan ambos sin solución de continuidad; elementos como molinos, canales y hórreos, completan el ciclo de subsistencia más cercano al campesino.

La ganadería se desarrolla de forma notable sobre todo por lo que a bovino y caballar se refiere, rentabilizándose los productos derivados de él (nata, leche, pieles, queso...) y sigue existiendo la animalia familiar, es decir, cabras y cerdos. Existe una pequeña industria rural vinculada a ferrerías, tejeras, alfares, lagares y molinos y que salvo casos de monopolio señorial como el de los molinos, se vuelca sobre el ámbito doméstico o aldeano. El movimiento dinerario es aún escaso y se suple con las medidas naturales, si bien en los documentos citados, ya aparece (quizás por tratarse de gente con capacidad económica amplia) una clara especificación monetaria.

La concesión en 1266 de la Carta Puebla, otorgada por Alfonso X a los moradores de Lena y Huerna, supone un avance de la monarquía frente a los abusos señoriales y un intento de adaptarse a nuevos modos de vida: un cambio en los modos de explotación -los señores se convierten en rentistas-, una paulatina desaparición de los siervos -convertidos en arrendatarios-, una mayor productividad del suelo y un incremento de la circulación monetaria y de la actividad mercantil. Pero la concesión de la Carta Puebla y la consecución del alfoz, que se extendía desde Arbas al Padrún, organizando económica y administrativamente el territorio no supuso todo lo que se esperaba.

 

 
(1) El dominio del Monasterio de Sahagún en el siglo X: paisajes agrarios, producción y expansión económica. Salamanca, 1980

(2) Menéndez Pidal, Luis en Archivos Leoneses, nº XV, citando a José Menéndez Pidal.

(3) Crónica general de la Orden de S. Benito. Valladolid 1609.

(4) Por supuesto el río atraviesa el valle, pero la referencia al agua es abrumadora en la toponimia: Fontán, Fontán el Tecu, Les Fontanielles, El Fontanón, La Fontica, La Fonticona, Los Fonticos, La Fontona, Les Fuentines, La Fuente (y un número asombroso de variantes que incluye el Siete Fuentes documentado en el IX y, hasta una variedad dialectal, Huente, para la ladera Sur), El Lago, Regueras variadísimas y otros tantos Rigurus.

(5) Ya he hecho referencia anteriormente a los casos de las Villas, citando algunos ejemplos; a ellos se podrían añadir otros como Cu Tierra Marcos, La García, Gracifernendi, Maramuniz, Muñumartin, Pirifonso, Regarcía, El Riu Sancha Marina, La Sancha, Vallimartiniz, La Vallina Semendi... Cabe suponer que algunos de ellos, sean algo posteriores en el tiempo, pero desde luego todos son marcadamente significativos.

(6) Existen también algunas ventas a la Catedral de Oviedo.

(7) Un documento de Marzo de 1240, hace referencia a la venta que efectúa un tal Gonzalvo Moro en Viesca. Mi opinión es que se trata de un descendiente de mozárabes o venido de sus tierras.

(8) Siempre considerando que estamos ante documentos tipo que se adaptan a las necesidades individuales.