Pregón Fiestes del Cristo 2014
Señor presidente de Sotufe, autoridades, amigas y amigos de Turón, Buenas

tardes a todos.
En primer lugar quiero agradecer a la directiva de sociedad turonesa de festejos, la invitación a dar el pregón de las fiestas de este año. Este es para mí un honor que creo totalmente inmerecido, pero puedo aseguraros, que me llena de muchísimo orgullo y mayor satisfacción.
Muchas gracias.
EL PODER INFINITO DEL SUBCONSCIENTE.
Me sorprendo todavía al recordar con qué gran ingenuidad comencé la escritura de este pregón. Con una inocencia casi infantil, afronté la exploración de ese mundo íntimo y pasado relacionado con todo lo Turonés, y todo lo de Turón. Ninguna inquietud me causaba, revolver las estancias cerradas y oscuras de la memoria, en busca de unos recuerdos que por verlos reposados como cubiertos con una gruesa capa de polvo, aparentaban ser inertes e inofensivos. Cuán equivocado estaba, al pensar que podía comportarme en mí propia mente, con la diligencia del investigador que recopila los anónimos datos de su próximo estudio. No tardé mucho en comprobar, cómo al remover las ascuas de los acontecimientos pasados y al recordar apasionadamente a personas muy queridas, se originó en mi una descarga emocional tan grande e inesperada , que me generó la misma sensación de vértigo y de ansiedad que pienso se debe experimentar al asomarse a los abismos infinitos. Porque es así como percibí que son de inmensos los espacios de nuestra mente y como comprobé lo profundas y tortuosas que son las raíces que nos sustentan y nos unen con nuestro remoto pasado.
IDENTIDADES INDIVIDUALES
Enseguida, me interesé en delimitar esas líneas maestras que definen lo esencial de nuestra identidad, aquella de la que tan orgullosos nos sentimos todos los Turoneses. Cada uno de nosotros con el derecho a una interpretación personal de esta pequeña historia común, una secuencia de acontecimientos vitales, que cimentados fundamentalmente en el entorno de la infancia y la juventud, van a conformar el verdadero núcleo de nuestra personalidad, el filtro a través del cual percibimos el mundo que nos rodea. Por eso entiendo muy bien que cuando hablo de mi pueblo, del Turón que yo siento más profundamente, a muchos de vosotros sobre todo a los más jóvenes, no solo no les resultará familiar sino que les puede ser totalmente desconocido. Tal vez les sonará como una nueva versión de “el mundo perdido”, o quizás como un remake digital de “la leyenda de la ciudad sin nombre”
LOS TURONES TRANQUILOS
En mi caso ,tendría que remontarme al menos tres generaciones, siguiendo la rama materna de mi querido padre Luis Parana, si quisiera contemplar junto a mis tatarabuelos, la virginal belleza de un Valle preindustrial y primigenio , que como fiel duplicado de aquella Arcadia descrita por Palacio Valdés, estaba “circundado por montañas de mediana altura, vestidas de castañares y bosques de robles, tupidos unos, otros dejando ver entre sus frondas la mancha verde, como esmeralda , de algún prado, por el medio corre el rio y entre ambas orillas se extienden vegas mas floridas que dilatadas , donde alternan los plantíos de maíz con las praderas” . Un Valle, salpicado por una miríada de pequeños pueblos estratégicamente situados, con el fin de aprovechar el escaso sol de nuestros húmedos inviernos.
Tampoco puedo decir me he criado en un Turón como el actual, del que además estoy ausente desde hace ya un buen puñado de años. Un pueblo que aunque no destaque por el porte de sus edificios o el trazado de sus calles, es hoy en día un lugar mejor urbanizado, más limpio y más abierto. Situado en el valle mejor orientado del centro de Asturias, muy cercano por tanto a los grandes núcleos generadores de servicios y de oportunidades, es en definitiva un lugar agradable donde vivir.
LA ARCADIA MINERA
Mi versión personal de “Turón Patria Querida” recordando al entrañable Marcelino Uno, está fechada en 1957, cuando vine al mundo dentro de aquellas generaciones del “baby boom”, un tiempo en el que nacer en Turón era un evento totalmente normal y rutinario. Al contrario de lo que le ocurrió al gran humorista Gila, que nos decía en su monologo que cuando él nació su madre no estaba en casa, la mía si lo estaba. En la c Rafael del Riego nº 21 2º Derecha de La Veguina, Turón Asturias, para todos nosotros “Casa Parana.
El mi Turonín de la infancia donde si me crie, lo siento ahora tan lejano en tiempo y en esencia, que al evocarlo mi memoria traviesa y distorsionadora lo cubre con un velo de esencia cinematográfica como de una película en blanco y negro. Llegar a aquel “pueblin del alma”, sucio, feo pero muy entrañable, resultaba toda una sinfonía para mis sentidos.
Era viajar en los vetustos Leyland del Ayuntamiento con mi querida madre, sentir primero aquel ruidoso traquetear que se iniciaba bruscamente al curvar a la altura del Palacio y comenzar a transitar sobre el desigual pavimento de adoquín, después olfatear el aroma azufrado y dulzón que se irradiaba desde las coqueras de minas de Figaredo, y por último contemplar la llama amarilla y mortecina de aquel mechero siempre encendido, lo que provocaba en mí esa agradable sensación que experimentamos con la vuelta a casa.
Era un Turón siempre ajetreado y ruidoso, transformado tras décadas de actividad minera y paternalismo empresarial, en una máquina bien engrasada, que a la vez que extraía eficazmente el carbón del interior de la tierra, con la misma energía, fundía a las gentes y las culturas provenientes de muy distintos lugares, forjando así la identidad orgullosa de todo un pueblo, que ahora es el nuestro que hoy en día somos nosotros.
Un pueblo que exhibía arrogante el catalogo completo de ingenios de una minería pesada y decimonónica. Una relación de instalaciones que solo por el placer de recordarlas junto a vosotros, ahora me propongo enunciar. Había castilletes, minas de montaña, oficinas, planos inclinados, trincheras con sus estrechas vías y pequeñas mesillas que parecían a propósito para nosotros jugar, “cablearios”, escombreras, central eléctrica, maquinas de vía ancha y maquinas de vía estrecha, casa de máquinas, plaza de la madera, economatos, presas fluviales, talleres ruidosos ,carpintería, viviendas obreras, de empleados y magníficos chalets para los ingenieros, había lavaderos, botiquines y hasta incluso teníamos un hospitalillo.
Un tiempo sin apenas televisión ni coches. Un lugar superpoblado habitado por gente mayoritariamente joven. Picadores….telefonistas…Ayudantes mineros…maestras…etc... formaban la muchedumbre que en los días de futbol abarrotaba las gradas de madera del viejo Campo la Barzana, o que era vomitada desde las salas de cines para inundar con su algarabía las tardes dominicales de una humilde Veguina, que hechizada por este multitudinario ambiente se soñaba por unos momentos transformada en céntrico bulevar.
Un pueblo de herencia laica y revolucionaria, cuyos hijos se educaban en este “colegio los Frailes” ,donde la mayoría adquirían junto los estudios de bachiller una muy delicada película del nacional catolicismo entonces imperante , la suficiente para mimetizarse en aquellos tiempos de congregaciones y monaguillos , cuando las multitudinarias procesiones de semana santa convergían, ellos desde La Cuadriella y ellas desde La Felguera, en “ La Ceralante” de Los Cuarteles, cuando se llenaban las iglesias en misa de 12 y se blandían ruidosamente las carracas una vez que el Sr cura entonaba en voz alta la letanía…. “Los judíos mataron a Jesucristo”. traca traca traca!!!
Ese Turón de fornicos y pegarates es el que aparece en mi memoria como una representación autentica de otra Arcadia muy distinta a la que hice mención anteriormente, pero no por eso menos querida por nosotros que somos sus hijos más genuinos, es la Arcadia minera.
INSTITUTO Y FIN DE EPOCA
Mis recuerdos comienzan ahora a saturarse con los colores de la adolescencia y la modernidad, y aun conociendo y aceptando que nuestra memoria es la más fiel aliada de los tiempos pasados, no quiero por eso dejar de percibir aquellos años del instituto, como unos de los más felices de toda mi vida.
Esta institución de enseñanza con homologación estatal y fundamentalmente laica, entró en Turón con el sigilo de un observador poco deseado, sin apenas hacer ruido, casi por la puerta de atrás. Con medidas como integrar en su cuadro de profesores a frailes con sotana tan inolvidable y queridos como el hermano Felipe o el hermano Clementino, o imponer en el centro una estricta separación por sexos, pretendían crear la ilusión de que nada había cambiado, pero la realidad es que nada volvería ya a ser igual. España se estaba modernizando y en Turón, la mejoría de las comunicaciones y la llegada de Hunosa agrietaron la vieja capsula protectora, y nuestro particular “show de Truman” comenzó a desaparecer.
Debido en gran parte a la existencia de ese querido Instituto, decenas de jóvenes Turoneses consiguieron llegar por primera vez a una universidad, hasta entonces elitista e inalcanzable para la inmensa mayoría.
De entre todos ellos, tan solo unos pocos tuvimos la gran suerte de poder ejercer los conocimientos allí obtenidos con nuestra propia gente. De repente mis pacientes eran amigas de mi madre, compañeros de colegio, el padre de un amigo o el hijo de un vecino. Visitaba con asiduidad domicilios desde la Gueria de Urbiés hasta Agualestro, y puedo aseguraros que fue una experiencia inolvidable desde el punto de vista profesional y personal. Una ocupación enmarcada en un periodo tiempo al que yo denomino como los “Años de plomo”, una década terrible en la que una atroz epidemia hoy solo parcialmente controlada, pero para la que entonces no estábamos en absoluto preparados, se llevó en poco tiempo a muchos jóvenes Turoneses. Amigos y amigas que para siempre mantendrán un último suspiro de vida en el reducto de nuestra memoria, porque nosotros sus paisanos, nunca los olvidaremos.
LA GLOBALIZACION
Bien entrados en este desconcertante y hostil siglo XXI, nuestro hogar, aunque sigue siendo el pequeño y angosto Valle que serpentea de este a oeste como
tallado en las montañas por el afilado tajo de un veterano entibador. Parece sin embargo muy distinto, lánguido y silencioso, víctima quizás de una modernidad que posibilita a las grandes multinacionales integrar en su ya dilatada nomina, el importe de unos logros sociales arañados en Europa durante más de 200 años de luchas obreras. Qué lejanos y atenuados deben llegarles a las selvas tropicales de América del Sur y de Asia, o a sus opacos y cada vez más numerosos paraísos fiscales, los ecos de nuestras protestas reivindicando el mantenimiento de un redistribuidor y más justo estado del bienestar.
Así, mientras la todopoderosa Goldman Sachs especula con el carbón a escala planetaria transformando el puerto del Musel en el mayor parque de carbones de Asturias, apenas a treinta km de allí, nuestra Cuenca Minera continúa con su ya dilatada agonía. Y en el epicentro de toda esta decadencia…. Turón, nacido por y para la mina, sin ninguna tradición empresarial fuera de un mundo relacionado con el carbón, varado sobre un gigantesco laberinto de acuáticas galerías resultado de más 100 años de extracción hullera, lucha por sobrevivir a su destino.
Si a esta nada halagüeña perspectiva, añadimos las pocas probabilidades de que una gran empresa acuda de nuevo a instalarse en nuestro valle, parece que hoy más que nunca, nuestras probabilidades de éxito van a depender solo de nosotros mismos.
Una expectativa más a la medida de los mitológicos titanes de la antigüedad, que de una sociedad como la nuestra, lanzada contra su voluntad a esta llamada era postindustrial y postmoderna. Puede que lo más sensato, sea dejar que otros se enfrenten a los gigantescos molinos de viento y concentrar nuestros esfuerzos en objetivos más modestos, tradicionales y próximos.
OPTIMIZACION
Por ejemplo, no nos ocurra que por estar inmersos en un proceso desindustrialización de las llamadas blandas y tener una elevada tasa de nuestra población en edad de jubilación, dejemos de dar ese apoyo moral y material tan necesario, a aquellas personas que sí están expuestas más directamente los embates de esta terrible crisis, que a fuerza de alargarse mas y mas en el tiempo se nos está haciendo realmente eterna.
Que nosotros, tan orgullosos de nuestros padres porque no escatimaron esfuerzos en procurarnos una formación lo más completa posible, seamos capaces de comprender, que limitarse a seguir su ejemplo, en un mundo como el actual donde se licencian más de 200 000 ingenieros chinos cada año, ya no puede ser suficiente, tenemos que dedicar nuestro esfuerzo a crear sistemas complementarios a los tradicionales, que aumenten las probabilidades de éxito de nuestros hijos en un mundo cada vez más hostil y globalizado.
Volcar mucho más nuestro interés, en redimensionar ese asociacionismo tan formidable que heredamos, para adaptarlo a la nueva realidad actual. Mejoras del Valle..., el Deportivo Turón… la Sociedad bolística Turonesa… etc. son muchas veces un buen ejemplo de supervivencia, no tanto basada en un amplio impulso colectivo, como cimentada sobre una gran capacidad de sacrificio y esfuerzo personal totalmente desinteresado.
MEMORIAS FESTIVAS
Y Por supuesto, no me puedo hoy olvidar de la Sociedad Turonesa de Festejos. Muchas gracias amigos de SOTUFE porque con vuestro esfuerzo habéis contribuido como nadie a salvaguardar esa parte tan esencial de nuestra identidad Turonesa, Las Fiestas del Santísimo Cristo de la Paz. Un acontecimiento orbital que va trazando elipses de ilusión y alegría a lo largo de toda la vida, parábolas cuyas confluencias entre lo personal y lo general dictan ese diario de memorias festivas, único e irrepetible de nuestra existencia.
Un manual secreto donde acudo cuando quiero volver a vivir la enorme ilusión de un niño. Sentir de nuevo la agilidad, casi ingravidez con la que se desplaza entre la multitud de coches y gentes que colapsan una bulliciosa Veguina, que por estar engalanada con hermosísimos arcos de luces, la percibe más festiva y hermosa que nunca. Notar como la brisa fresca del rio acaricia su rostro, cuando baja como en volandas por el oscurecido embudo en el que se ha trasformado el “puente nuevu”, para detenerse una vez en Los Cuarteles, extasiado por el sinfín de estímulos que súbitamente salen a su encuentro. Las luces de los caballitos... las nubes de algodón... el vociferar de los feriantes… la envolvente amalgama de musicas estridentes, sumergen su mente infantil en un agradable estado de trance que ya durante un tiempo no le abandonará.
Tras pasar como embobado bajo el amparo de San Francisco en su hornacina, se detiene solo por un momento a contemplar la orquestina que ubicada extrañamente en la intersección entre la calle central y la Ceralante, le recuerda tal vez una película que algún día vio con sus padres en la sesión de mayores. Pero enseguida retoma su camino, alejándose de la bocina cada vez más acelerada de los coches de choque, hollando con su pisada el enorme manto de tomboleras papeletas multicolores que cubre el suelo de tierra y graba, hasta alcanzar por fin su destino. Allí, le espera un objetivo tan deseado cómo hasta ese momento inalcanzable para él.
¡¡Lograr por fin montar en les lanches grandes!!!!
PREGONANDO
Casi 50 años después, ese niño que ya no lo es tanto, espera unas nuevas fiestas del Cristo aquí junto a todos vosotros. Con un único y muy noble cometido.
Niños y adultos, Turoneses y foráneos, al mundo entero quiero hoy pregonar el comienzo de las Fiestas del Santísimo Cristo de La Paz de Turón.
QUE EMPIEZEN LES FIESTES DEL CRISTU DE TURON.
Que´l sonidu de les gaites alegrenos la alborada.
Que la espumosa sidrina, restalle sin descansar
Insuflando n´el paladar.
Mil canciones hermoses.
Que se engalanen les meses, con les meyores viandes.
Que los confetis desciendan como pétalos de roses.
Que rueden los caballitos y que desfilen les bandes.
Saquemos en procesión de la su flamante morada
Al nuestru Cristu de Turón, la imaxen más venerada.
VIVA EL CRISTO DE LA PAZ.
VIVAN LES FIESTES DEL CRISTO.
FELICES FIESTAS A TODOS.
Eduardo Solís Tamargo, Turón, septiembre 2014