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Turón, centro de mi mundo.

Si para SOTUFE, la elección del pregonero siempre es una decisión delicada y difícil, para el elegido la designación es un gran honor y sobre todo una enorme responsabilidad. José Luis Tirador, el eterno ausente como él mismo se presentó ante los turoneses, el trotamundos afincado definitivamente en su querida Asturias, ha sido el encargado de afrontar este complicado ejercicio.

Buenas tardes, amigos, buenas tardes, Turón.

Tengo que comenzar agradeciendo al presidente de SOTUFE, Jose Luis Coble, por haberse acordado de mí, eterno ausente, para que fuese el pregonero en estas fiestas del Cristo 2015. Es algo que me enorgullece hasta el extremo de que significa para mí una de las tardes-noches más importantes de mi vida porque, sobre todo, me da la oportunidad de reencontrarme con el mi pueblín y sus gentes, aunque a uno y a otros os he llevado siempre en mi corazón y en mi recuerdo. Por eso, como no, agradezco también, enormemente, vuestra presencia.

Aunque, en mi opinión, este acto es un homenaje a los turoneses, me permito un breve comentario sobre mi persona. Salí de Turón con 24 años aproximadamente, buscando futuro y regresé con 71 tras recorrer media España primero, vivir 21 años en Ecuador después, tras un breve tránsito por Caracas, seis años en Madrid y, por fin, desde hace justo un año, de nuevo en Oviedo.

No podéis imaginar lo que eché de menos a mis padres, Braulio y Luisa, a mi hermana Adela, su marido y sus hijos, mis sobrinos, a mis queridas hijas y nietos, a mi tía Tere que ahí sigue hecha una moza con sus 94 años, a sus hijos Lito y Juan Luis Varela, a mis entrañables amigos de toda la vida y, en definitiva a todos vosotros, turoneses, aunque después de tantos años me cueste reconoceros a muchos. Confío, no obstante, vivir lo suficiente para recuperar mi amistad con todos, esa fortuna durante tantos años perdida. De hecho ya estoy practicando con visitas frecuentes a Turón y a través de internet, participando con otros aproximadamente 2.700 integrantes en el grupo de Facebook “Somos de Turón” (voy a ver si los convenzo pa que pongamos un euro al mes cada unu y con los 32.400 euros que juntaríamos cada añu ayudar a quien pueda estar pasando necesidades, mejorar los festejos … etc.). Asistí a dos comidas que organizaron en este último año y eso me dio la oportunidad de encontrarme con amigos que no veía desde hace muchos años, de reconocer a otros y de conocer a muchas y muchos más que, por diferencia de edad y por mi larga ausencia, nunca había tenido la oportunidad de relacionarme con ellos.

Y, hablando de comidas, también se echan mucho de menos cuando vives tanto tiempo fuera, “les fabes, el pote, los cachopos, la merluza, la llubina, los hombrinos y sardines, les andariques, los percebes y bastantes coses más. Pero eso sí, olvidando aventures culinaries como en aquella ocasión en la que, un amigu de siempre mató un raposu en “la peñona” y, entre unos cuantos, decidimos comelu en los bajos de la cafeteria Río. Hablamos con Flor y nos dijo que él lo preparaba “guisau con patatines”. Pa eliminar el olor y el sabor montaraz, decidimos enterralu envueltu en trapos durante dos noches y “cuando resucitó al tercer dia”, Flor comenzó con el guisu pa tenelu listu pa la cena. Yo llegaba de Mieres a eso de las siete y media y cuando me apeé del autobús, en la parada de al lau del Bar la Mina, ya percibi desde allí el tufu que salía desde el Puente Nuevu, del dichosu raposu, del que solo comimos, y poques, les patates, porque el bichu estaba duru, atufaba y sabía a demonios. Recomendamos a Manolo Scheredre que, el próximu, lo disecase.

Otra vez, en Quito, un amigo de San Sebastian, nos dijo a otro amigo y a mí que en el Mesón de Damián ponían una fabada asturiana estupenda, cosa que nos sorprendió, porque parábamos allí con frecuencia y nunca había fabada en la carta. Aunque era la hora de cenar propuse ir a probarla y comer una ración entre los dos y así lo hicimos. Llegamos, llamé al dueño y cocinero que me aseguró que la hacía él personalmente y que, casualmente, la tenía hecha del mediodía. Así que la pedimos y cuando la estaba sirviendo me di cuenta de que era fabada de lata, porque difícilmente a unu de Turón  i meten un gol de esos,  viendo la pinta de les fabes y el compango cortau “a medida”. Estaba el comedor llenu, llamé de nuevo al “chef” y él insistió en que la había preparao él, después de asegurar yo que era de bote y que si quería que lo decía más alto. “¡Calla, calla, Jose, que tienes razón!”. Bueno, ya sabéis que les fabes, aunque sean de lata están buenes y máxime si les comes lejos de la tierra. Pero además, tras la polémica, medio en broma medio en serio, salieron-nos gratis, con el vino, el café y la copa. ¡¡¡algo ye algo¡¡¡  Y como desquite, a partir de entonces, cada vez que viajaba a Asturias, aunque fuese en pleno verano por vacaciones, siempre mi primera comida fue una fabada como Dios manda.

Quizás por eso, ahora, siento necesidad de estar aquí, de estar con vosotros, de encontrarme con Turón, de venir con mucha frecuencia y sobre todo, estos días, de disfrutar de nuestras fiestas del Cristo, porque sin duda sirven también para reforzar lazos y vínculos de amistad entre los turoneses, entre nosotros. Por eso son tan importantes y deben ser motivo de alegría, satisfacción y unión entre todos nosotros y, quién sabe, podrían ser preámbulo de la lucha por hacer de Turón el Turón que fue y que tanto nos dio durante tantos años de mina y carbón, de sacrificio y esfuerzo, pero también de prosperidad, de esa prosperidad que anhelamos de nuevo. Creo, más bien estoy seguro, de que nosotros podemos conseguir que Turón avance. Tenemos calidad, ganas y fuerza suficientes para reivindicar nuestro futuro y el de nuestros descendientes. Difícil será alcanzar aquellos más de 20.000 habitantes de los años 60, reducidos hoy a poco más de 4.000, pero no debemos perder la esperanza de que, como recientemente dijo Ángeles Gómez Borrego, presidenta del Comité Internacional de Petrografía, en una entrevista, “lo mejor es tener un mix energético que permita no ser muy dependiente de una sola fuente, a mi juicio el carbón tiene futuro”, lo que se traduce en algo esperanzador. O siguiendo el ejemplo de los empresarios promotores de tres minas en Riosa que retoman las negociaciones para abrirlas, esperando que Hunosa se pronuncie sobre la venta de las concesiones para impulsar la actividad que podría generar 200 empleos. Y hay otras iniciativas ligadas a las explotaciones de carbón como los pozos Monsacro o Figaredo. Pero ¿Qué pasa con nuestras explotaciones? ¿Qué pasará con nuestro Colegio de la Salle? ¿Esperaremos a que se caiga sin que nadie encuentre para él una salida adecuada? ¿Qué dicen los políticos de turno?  Y hablando de política y de políticos recuerdo algo, quizás aplicable también hoy, aunque ocurrió cuando corría el año 1904 y aquella tertulia que había abierto el gallego Ramón María del Valle Inclán en el Nuevo Café de Levante. Hervía por las noches con la flor y nata de los intelectuales de la generación del 98 y los artistas más significativos, entre ellos Ignacio Zuloaga, Gutiérrez Solana, Santiago Rusiñol, Rafael Penago, Benito Pérez Galdós. Aquella  tarde-noche del 13 de mayo de 1904 el que sorprendió a todos los presentes fue Pío Baroja, porque cuando se estaba hablando de los españoles y de las distintas clases de españoles, el novelista vasco causó la sorpresa cuando dijo “la verdad es que en España hay siete clases de españoles, sí, como los siete pecados capitales, a saber:

1.Los que no saben
2.Los que no quieren saber
3.Los que odian el saber
4.Los que sufren por no saber
5.Los que aparentan que saben
6.Los que triunfan sin saber, y
7.Los que viven gracias a que los demás no saben. Éstos últimos se llaman a sí mismos “políticos” y a veces hasta “intelectuales”.

A mi juicio todavía hoy hay algo, quizás mucho, de realidad en el comentario de Pío Baroja, especialmente en lo que a los políticos se refiere y creo que algo tendríamos que hacer, porque con todos mis respetos para algunos, los políticos en su mayoría son dudosos de intenciones, indecisos en definiciones, ignorantes de la historia de nuestros pueblos y olvidados de sus necesidades. Turón, nuestro Turón, no se merece eso y, en mi opinión, tenemos que exigirles que nos consideren, que nos tengan presentes y que defiendan los intereses de un pueblo que tuvo una gran importancia en la economía de nuestra provincia y que hoy parece haber quedado en el olvido. Observaréis que menciono sistemáticamente a Turón, porque considero, como siempre lo consideré, más importante esa auténtica denominación, que cualquier otra por muy rimbombante que parezca y ojalá que seáis muchos quienes coincidáis con este criterio, porque la unión hace la fuerza.

Tenemos que hacer huir de Turón al fantasma de la crisis, de la crisis de la minería del carbón, al igual que, como hace muchos años, aquellos de la postguerra, también tuvo que salir corriendo aquel otro “falso fantasma” que aparecía sistemáticamente en las cuaresmas, Como algunos recordaréis, aquel que iba por los oscuros caminos de los barrios y pueblinos del monte, intentando amedrentar a los vecinos, escoltado o protegido por si surgían altercados y, según algunos comentarios, diciendo ¡andar de día que la noche es mía¡. Son dos fantasmas distintos, no hay duda, uno real y otro ficticio, pero en ambos casos y con distintos actores y diferentes medios, pretenden desviar nuestra atención de lo que, realmente, nos es urgente, necesario y muy importante.

Leyendo, conversando, escuchando opiniones de muchos amigos turoneses, se aprecian inquietudes y preocupaciones por el futuro de nuestru pueblín del alma y bien merece la pena pensar en cómo canalizar iniciativas de carácter económico, laboral y social que contribuyan a situar a Turón en la posición que le corresponde.

Pero es momento de olvidarnos de tristezas. ¡Prohibido ponerse tristes! Estamos comenzando nuestras fiestas del Cristo y ojalá él nos ayude a llevar a Turón al sitio  que le corresponde y que nos dé a todos el ánimo necesario para conseguirlo.

Muchas gracias a todos, amigos y a divertirse, que comienzan nuestras fiestas. ¡Viva las fiestas del Cristo!  ¡Viva Turón! ¡Viva los turoneses!

José Luis Tirador Fernández, Turón, septiembre 2015