La ola de emigración
La sociología de los años sesenta en el valle del Turón estudiada por Patricia Latorre: un estudio sucinto y pertinente entre crisis, huelga y sangría emigratoria. Y todo ello con una demografía a la baja y una mineria que se apaga sin visión de futuro.
La larga huelga del 62
Después de la apertura económica de España en 1958, la hulla asturiana se sumió en una profunda crisis debido a su baja competitividad; las empresas reaccionaron a la crisis con despidos y reducciones de la jornada y del salario. Por su parte los trabajadores de Asturias reaccionaron con la primera huelga que provenía de las cuencas mineras, dirigida por Comisiones Obreras, que comenzó a formarse en estos años. En 1962 se produjo la primera huelga de la posguerra de varios meses de duración. El Gobierno reaccionó con una represión extremadamente brutal, acentuada en las
cuencas mineras asturianas.
También esta época ha quedado grabada en la memoria de las gentes de Turón. Evidentemente los acontecimientos del 34 habían aportado a Turón una triste celebridad y había estimulado la formación de mitos en torno a los «peligrosos» mineros asturianos. Esta imagen fue reavivada durante la ola de huelgas del 62. Y así se cuenta cómo la Guardia Civil llegó a Turón presa del miedo.
Cuando vino toda fuerza de policía armada para aquí, para la minería, porque tenían miedo de la revolución del 34, entonces llegaron para aquí, venían pero con miedo (Inttur. 8).

También esta época ha quedado grabada en la memoria de las gentes de Turón. Evidentemente los acontecimientos del 34 habían aportado a Turón una triste celebridad y había estimulado la formación de mitos en torno a los «peligrosos» mineros asturianos. Esta imagen fue reavivada durante la ola de huelgas del 62. Y así se cuenta cómo la Guardia Civil llegó a Turón presa del miedo.
Pero a renglón seguido se menciona también que la Guardia Civil llegó a sentirse muy a gusto en Turón.
Después no querían marchar porque echaban la partida con los paisanos ( ... ) que estaban allí encantados, que veían que no había nada (Inttur. 8). Yo me acuerdo de la huelga del 62, que nos mandaron tanta policía de allá, de Andalucía, que andaban de seis en seis, y me acuerdo que un sargento andaluz, a los primeros días no, pero después, como fue tan larga, de tres meses, pues últimamente ya había convivencia, porque ni ellos eran tan malos, ni nosotros éramos los que ... primero ellos venían muertos de miedo pensando que aquí se iban a comer a los paisanos, y nosotros porque teníamos mucho miedo a que nos cogieran presos .... Y entonces dio la orden que a las diez de ¡la noche los bares todos cerrados. Y nosotros estábamos en el bar a lo mejor a las nueve y media, habían entrado seis policías de aquellos, porque estaban en rebaños de seis, no andaban de dos en dos, andaban de seis en seis, o de ocho en ocho, según entraban ellos nosotros marchábamos, y ya después que paso un tiempo, cuando ellos entraban y nosotros marchamos, ya empezaban: no, no marchen ustedes, hombre, que no comemos a nadie, vamos a tomar un poco de sidra juntos, no marchen ustedes, y tal. O sea ya hubo un poco más de convivencia (inttur. 14).
Empieza la emigración
La difícil situación económica y política condujo a una gran ola de emigración con destino a centroeuropa y al norte de Europa. Como ya hicieran en épocas anteriores, las gentes buscaron la solución al problema en la emigración. En los años sesenta una parte considerable de la población constituyó laprimera generación de inmigrantes, lo que permite suponer que aquí la disposición a la movilidad era sustancialmente mayor que en una población asentada desde hacia tiempo. La “tradición de la emigración”, a la que ya se ha hecho referencia anteriormente, recibió nuevos bríos.
La situación económica de las empresas del carbón empeoró sustancialmente, de forma que en 1967 el Gobierno decidió nacionalizar las empresas mineras e integrarlas en la empresa estatal HUNOSA. Con HUNOSA aumentaron los salarios, se redujo la jornada laboral, se introdujo el fin de semana libre y la calidad de vida comenzó a mejorar notablemente. Muchos relacionan la mejora de la calidad de vida directamente con la gran huelga del 62.
Otros vinculan la mejora de la calidad de vida con el «emerger» de HUNOSA.
Mejorar el nivel de vida prácticamente yo creo que ya empezó primero, pero a partir de HUNOSA fue ya el no más(...) Se ganaba más, se vivía mejor(...) se podían comprar muchas cosas. A partir de entonces fue quedando todo de una forma muy distinta. Sí, tanto es así que en el 68, fíjate cómo será la cosa: en el 68 entré en HUNOSA y en el 70 compré yo un coche (lnttur. 38).
Independientemente de que los salarios comenzaron a elevarse debido a la huelga o con la aparición de HUNOSA, hoy día puede afirmarse rotundamente que estas huelgas continúan constituyendo un importante evento que se recuerda en la memoria colectiva de los trabajadores. Y se relacionan directamente con las huelgas actuales, que ni se desarrollan en la misma medida ni aportan el éxito deseado. Y el fracaso actual se explica por la presunta falta de combatividad y solidaridad. Pero son precisamente estas cualidades las que han representado un componente constitutivo de la autoimagen de los obreros. Si se cuestionan, se modifica también la visión que tienen de ellos mismos.
Una demografía a la baja
EI cambio experimentado por las condiciones de vida llevó a muchas personas de Turón a emigrar a las grandes ciudades, en particular a Gijón y Oviedo. En 1970 el número de habitantes había descendido a 10.000. Las razones que movieron a los habitantes de Turón a emigrar son las siguientes: las malas condiciones de las viviendas; la posibilidad de poderse permitir una vivienda más cara y de ofrecer a los hijos un futuro mejor, es decir, un puesto de trabajo fuera de la mina o incluso de facilitarles el estudio de una carrera; y en último término, el atractivo de la gran ciudad en cuanto a oferta de artículos de consumo y posibilidades de ocio también desempeñó su papel. Y el puesto de trabajo en Turón se mantenía.
Empezó la gente a comprar fuera de Turón (…) pero yo me acuerdo que en La Cabana, donde yo vivía, en Linares, cualquier hórreo, cualquier casa, por ruina que fuera estaba ocupada, pero al subirte el nivel de vida(…) la gente empezó a comprar coche, con el coche vio que se podía desplazar de Mieres a trabajar a cualquier punto, entonces ya empezaron unos en Mieres, otros en Pola, en Oviedo, en Gijón, sobre todo en Gijon (lnttur. 7).
Los que permanecieron en Turón también trataron de facilitar a sus hijos el acceso a los estudios gracias a sus mejores sueldos. Por fin se podía cumplir el sueño añorado durante generaciones, pero nunca realizable, de dar una educación superior a los hijos. Sin embargo, no todos los mineros podían permitirse mandar a sus hijos a la universidad (a las hijas se les continuaba educando en su papel tradicional y, por lo tanto, no «necesitaban» una educación superior, sino preferentemente los que mejor pagados estaban, es decir, los picadores y barrenistas.
Los picadores y barrenistas fueron los primeros de la mina que mandaban a sus hijos a la universidad (Inttur. 6). Era gente que estaba en la mina, picadores o vigilantes que tenían un sueldo un poco elevado y haciendo un sacrificio (Inttur. 38).

Esto muestra que en esa época la agricultura y la ganadería, aun cuando casi siempre seguían explotándose para eI autoconsumo, continuaban teniendo un importante significado. Todo ello porque quienes explotaban la agricultura tenían una posición privilegiada respecto a los obreros que solo recibían su salario y que tenían que gastárselo en alimentación.
Nuevos hábitos de consumo
En un estudio realizado en 1975 por HUNOSA sobre los hábitos de gasto de las familias mineras se afirma, no obstante, que estas invertían menos en la formación de sus hijos que en otras cosas como ocio y tiempo libre, coche, vacaciones, vivienda en propiedad, o segunda vivienda o vivienda de fin de semana, a pesar de los medios de que disponían.
Es de advertir que con los nuevos planes de enseñanza del Ministerio se ha tomado más conciencia de este problema, pero sin embargo, (...) los gastos no adquieren la importancia que fuera de desear, sobre todo si los comparamos con los porcentajes de diversiones u otros capítulos. Hay que hacer constar que por lo general el minero desea que sus

Si se parte de la hipótesis de que los resultados del estudio de HUNOSA reflejan efectivamente la realidad y de que a los trabajadores les quedaban suficientes recursos financieros, aparte de los que no necesitaban para la reproducción de su fuerza de trabajo, y los invertían en las necesidades indicadas más arriba, se plantea la pregunta de por qué no se invirtió más en la formación de los hijos, precisamente cuando representaba la escapatoria hacia una «vida mejor». Por lo tanto, ¿por qué existe una discrepancia entre el deseo y la realidad? La respuesta podría ser que precisamente las «diversiones u otros capítulos» mencionados anteriormente, constituían un componente tan importante de la cultura minera como el deseo de una vida «mejor» para los hijos, y que por lo tanto los mineros no prescindían de ella. También puede suponerse que el solo acceso a bienes que representaba esta “vida mejor” (como, por ejemplo, un automóvil o una vivienda en propiedad) satisfacía a los obreros y hacía que la penosa aspiración a una «vida mejor» mediante una educación superior pasara a un segundo plano. Pero incluso muchos de los hijos que habían tenido la posibilidad de cursar estudios superiores no tenían ningún interés en ello, dado que dinero ganado con rapidez también les permitía un acceso rápido a estos bienes de lujo. Así, un joven obrero narra lo siguiente:
Estudios no tengo ningunos, tengo lo básico(...) No tenía mucho interés por el estudio. Tenía más interés por trabajar, por tener un sueldo, y no pensé más que en eso, en trabajar, en el tener dinero para tener un poco de independencia.(….) Los padres siempre quieren que estudies y que tengas una carrera, pero bueno, se lo tomaron bien en el sentido de que yo quería bajar (Inttur. 1).
Un joven desempleado cuenta su historial:
Fui tonto, porque posibilidad tenía para estudiar. Se me daba bien, pero quería trabajar, trabajar, ver dinero, y dejé de

Por otro lado, esta actitud evidencia la ausencia de una «conciencia de crisis», la ausencia de una mentalidad a largo plazo y la creencia de que la mina siempre perdura, aun cuando ya en los años sesenta se había hecho evidente la debilidad competitiva del carbón asturiano.
No fue hace dos años ni tres. Lo de cerrar las minas, ya lo sabíamos, lo sabíamos no, lo sabíamos pero no nos lo creíamos (Inttur, 4).
Poca visión de futuro
No obstante, la falta de una conciencia de crisis estuvo principalmente condicionada por el hecho de que ni el Gobierno ni los sindicatos, que eran y continúan siendo los agentes sociales más importantes de la región, no se preocuparon de crear una conciencia de crisis o cuando menos una actitud más realista respecto al futuro. Hasta mediados de los años ochenta no se habló ni de reindustrialización ni de promocionar las pequeñas y medianas empresas. La fijación por la mina se impulsó desde todos los lados, por lo cual casi era inexistente la formación profesional en profesiones de nivel medio. La única alternativa de la juventud seguía consistiendo en trabajar en la mina, en asistir a una escuela superior para cursar una profesión minera (ingenieros) o asistir a la universidad. Entonces la demanda de profesiones de cualificación media fue satisfecha mayoritariamente por mineros que en su tiempo libre ganaban un jornal adicional trabajando como ebanistas, fontaneros, electricistas, etc. Las consecuencias que la fijación por la minería tuvo para el presente, en el que en la minería no se crean nuevos puestos de trabajo, es algo de lo que son conscientes muchos de los entrevistados. Así un trabajador dice:
Una mujer de cincuenta y cinco años, con hijos, describe la orientación unilateral que solían tener los padres respecto a la profesión deseada para sus hijos:

En el curso de la nacionalización de las empresas mineras de Asturias, en 1968, Hulleras del Turón también se integró en la empresa estatal HUNOSA. En 1972 HUNOSA daba empleo en Turón a 2.149 obreros, de los cuales la mitad no vivía en Turón.
La política social de HUNOSA consistió en prolongar la política de Hulleras del Turón. En el plan de reconversión proyectado en 1971 se definió como objetivo principal:
Con esta política paternalista, HUNOSA también pretendía vincular a los obreros a la Empresa.
En Turón siguieron existiendo la unión bolera, la banda de música, el club deportivo, la sociedad turonesa de festejos(Sotufe), y la asociación de montañismo. En 1975 se fundó una nueva escuela, el Colegio Mixto de Nuestra Señora de Covadonga.
Seguirá - Capítulo 6: La democracia: El auge de las asociaciones vecinales.
© Patricia Latorre y Ediciones Trea SL