Cambio sociocultural
Con este capítulo terminamos la aportación de Patricia Latorre a la historia sociológica del valle. Estas palabras de conclusión fueron escritas en 1996, cinco años antes de que Turón fuera declarado “Patrimonio histórico de la minería". Cada lector podrá meditar, 16 años después, el planteamiento adelantado por Latorre y ver “lo que el tiempo ha mostrado…” para el futuro del valle.
Una identidad propia
En el transcurso de su historia, el municipio de Turón ha desarrollado una identidad propia. Puede caracterizarse a este municipio como un grupo de personas:
(a) que dispone de experiencias comunes invertidas a lo largo de la historia por cuanto a tradición sedimentada se refiere,
(b) que se distingue par la conciencia de su unidad, el denominado sentimiento de pertenencia a un grupo, así como los correspondientes mecanismos de delimitación o segregación,

(c) que posee patrones de actuación socioculturales comunes estables y peculiares (Giordano, 1981, p. 182).
Con el declive de la minería, es decir, con la desaparición del fundamento existencial de la economía, se produce una progresiva disolución de esta identidad. Para detener este proceso de disolución se apela a la memoria colectiva, se despierta la “experiencia común invertida a lo largo de la historia”. A continuación vamos a analizar las rupturas objetivas de la estructura municipal y las rupturas subjetivas de la percepción que tiene el valle de sí mismo.
La economía de los pozos
La vida giraba en torno a los pozos no sólo en el aspecto económico, sino también en la distribución territorial. Los pozos eran el centro del municipio y estaban íntimamente unidos a él. Con el tiempo varió la composición de la plantilla. Gran parte de ella ya no era de Turón y tampoco vivía allí. Por otro lado, también había muchos obreros de Turón que estaban empleados en otros pozos fuera del valle. Un rasgo significativo de éstos son las repercusiones para las fiestas locales, como indica el presidente de CC. OO. de Mieres:
Esta mezcla tuvo por consecuencia que la estrecha vinculación existente originalmente entre pozos y municipios se disolviera. Y además, la sensación de no formar ya una unidad se vio intensificada por la tendencia general al individualismo.
La solidaridad

Pero el concepto de solidaridad también se ha utilizado relacionándolo con las antiguas huelgas de varios meses de duración, para las que era necesaria una fuerte cohesión del municipio. Estas huelgas se comparan con las actuales, y como estas últimas no han tenido precisamente ningún éxito en relación con los cierres de los pozos, se declara que el fracaso se ha debido a la falta de solidaridad.
Y al actuar así no piensan que han cambiado las exigencias de los huelguistas. Antiguamente las exigencias se dirigían a obtener sueldos mayores, mayor seguridad bajo tierra, a la reducción de la jornada laboral e incluso a reclamaciones de corte político. Hoy día las huelgas continúan siendo un medio eficaz para imponer exigencias específicamente laborales. Y hoy se quiere impedir con ello los cierres. Los mecanismos que han funcionado durante casi un siglo deben seguir funcionando. Aun cuando se entienda que el país debe atenerse a las normas de producción prescritas en Bruselas debido a la integración de España en la CE se sigue objetando que los cierres habría que haberlos impedido con más huelgas y movilizaciones. No se cuestionan las huelgas como medio de imposición de intereses, sino que se declara el “fracaso” por la falta de combatividad y solidaridad, por el consumo forzado y la individualización de la sociedad.
Podría considerarse una ironía del destino el hecho de que antiguamente fueran precisamente las empresas quienes pretendían motivar a los obreros a “invertir de forma fija” su salario, para de esta forma aumentar su dependencia del salario y reducir su combatividad. Hoy sucede que los obreros se endeudan hasta tal punto suscribiendo créditos que ellos mismos creen no estar capacitados para soportar huelgas prolongadas.

El distanciamiento sindical
En este contexto también desempeña un importante papel el cambio de actitud respecto a los sindicatos. Los obreros no solo se sienten mal representados por los líderes sindicales, sino en parte incluso traicionados por ellos. El hecho de que los dirigentes sindicales regionales suscribieran el cierre de los pozos ha sido considerado como traición por muchas personas. Y al defender esta opinión no se piensa que gracias a las negociaciones y a la presión de los sindicatos los cierres no han desembocado en una catástrofe social, sino que han ido acompañados de un seguro financiero para cada trabajador. Tampoco existe ya la fe en la legitimación política de los sindicalistas, toda vez que existe el convencimiento de que éstos solo se preocupan de su propio provecho.
Ahora se produce un distanciamiento de los sindicatos que a lo largo de la historia han marcado y caracterizado de forma decisiva los patrones colectivos de pensamiento y de acción de la comunidad minera.
La identidad minera
Otro punto de ruptura debe buscarse en el propio trabajo. El trabajo en la mina tiene un valor que fomenta la identidad: el carbón siempre fue evaluado como un producto valioso porque era necesario para el crecimiento económico. Esto hacia crecer también el sentimiento de autoestima de los obreros, que se identificaban con el producto altamente apreciado de su trabajo. Pero no solo era importante el valor de mercado del carbón: también lo era el intenso esfuerzo y el alto riesgo que era necesario correr para extraer estas riquezas naturales lo que proporcionaba al producto un elevado valor. Actualmente el carbón ha perdido valor dado que cada vez es menos necesario y dada la carga económica que supone para el Estado. En consecuencia disminuye también el sentimiento de autoestima de los trabajadores. Baste recordar épocas anteriores en las que los obreros eran necesarios y respetados.
También antes se miraba de otra manera. Eras minero y era un orgullo ser minero para la gente. Salías afuera, salías a Asturias, salías a Galicia, y te decían: ¡Hombre, minero! Ahora vas y te dicen: Bueno, minero. (...) Antes vivías dentro de la mina mucho peor, pero afuera eras un minero, no eras un cualquiera, ahora no, ahora eres minero y bueno, yo soy carpintero, ya no es como antes, la gente ya no tiene la misma mentalidad que antes. Ya ves, están cerrando todo poco a poco, y no se protesta (Inttur. 3).

EI relevo profesional efectuado por los hijos y la sensación de comunidad de destinos que hacia generar ya no existe, como cuenta un joven trabajador:
Una juventud entre dos mundos
Ahora la juventud tiene que redefinirse. Es cierto que se continúa viviendo en un municipio minero, que el padre, el abuelo y tal vez el bisabuelo, que también los parientes y conocidos fueron o continúan siendo mineros. Pero la juventud misma no tiene aquí ningún futuro. Sin embargo, sigue perteneciendo a este municipio y se define a través de él. Por un lado, porque no existe ninguna otra posibilidad de identificación, y por otro, porque precisamente en una situación de total incertidumbre y falta de perspectivas es cuando crece la necesidad de un asidero, y el sentimiento de pertenencia a una comunidad transmite la seguridad de un grupo con raíces ancladas en lo tradicional.
Los jóvenes que estudian en Oviedo y que, a excepción de la casa de sus padres, tienen muy poca relación con Turón, viven entre dos mundos. Se aferran a sus raíces en calidad de hijos de mineros, como por ejemplo un joven historiador que dice lo siguiente:

O se confiesan abiertamente ciudadanos a caballo entre esos dos mundos, como por ejemplo este joven estudiante de derecho de veintiún años:
Otro cambio es el que puede encontrarse en la relación entre la empresa HUNOSA y la comunidad. En los años setenta y principios de los ochenta HUNOSA no sólo intensificó su política social paternalista mediante más servicios (por ejemplo, residencias de verano, hogares de la juventud, residencias de pensionistas, excursiones, etc.). También un puesto de trabajo en HUNOSA significaba la seguridad financiera de por vida. Con la política de racionalización cambia también la política social, algo a lo cual ya había hecho referencia el vicepresidente de Mejoras (ver anteriormente). Después de los cierres de los pozos y de otras instituciones de HUNOSA, justo después de haber realizado inversiones millonarias, ha desaparecido la confianza en la empresa y predomina la sensación de haber sido abandonados a su suerte por ésta.
Desafección de HUNOSA y futuro
El cambio de actitud de HUNOSA respecto a la asociación vecinal Mejoras del Valle muestra que la empresa sólo estaba dispuesta a apoyar a asociaciones de este tipo que actuaran conforme a su política. La “nueva” asociación se ha colocado en posición opuesta a la empresa y ha intentado levantar un movimiento vecinal basado en las acreditadas formas de luchas de antaño (huelgas y manifestaciones). Esto diferencia fundamentalmente a la “nueva” asociación de la “antigua”. Porque por un lado la “antigua” tiene que agradecer su gran éxito fundamentalmente al apoyo recibido de la empresa, cuando ésta se situaba aún completamente en la tradición de una política empresariaI paternalista. Por otro lado, deseaba asumir la función de una organización con capacidad de movilización, algo que hasta entonces había sido tarea de sindicatos y partidos políticos. El hecho de que éste era un proyecto difícil lo afirma también el vicepresidente de Mejoras:
EI hecho de que Mejoras ha tratado de actuar fuera de su ámbito de competencia es una opinión que un miembro de la sociedad da por seguro:

En la actualidad gran parte de la población apoya a la asociación, que tiene la aspiración de representar al municipio. La transición desde una asociación vecinal que dependía de la buena voluntad de la todopoderosa empresa, y que estaba fijada a una asociación independiente y autogestionada que tiene la elevada pretensión de movilizar de forma continuada a un municipio, actuando como una organización suprapartidista y “unificadora de los sindicatos” y ejerciendo con éxito la presión política mediante esta movilización, no ha sido coronada por el éxito.
El tiempo mostrará, dependiendo de cómo se modifique Turón, si este municipio permanecerá con vida o si desaparecerá como otros cientos de ellos en Europa. Actualmente (al principio de 1996) un gran número de asociaciones se ha reunido para conseguir que Turón sea declarado monumento cultural de la minería. Se quiere hacer historia viva a partir de la historia (cfr. NE,4.12.1995) para superar el futuro.
© Patricia Latorre y Ediciones Trea SL
NB El valle de Turón ha sido declarado “Patrimonio histórico de la minería" en 2001.