Pregón

Señor alcalde, señores concejales, estimados presidente y miembros de la directiva de SOTUFE, apreciados turoneses, entrañables amigos y querida familia, esto parece un golpe de estado: JL Varela para el cartel y JL Varela para el pregón. Tiene pinta de ser demasiado Varela para tan entrañables fiestas.

Sin embargo sé que, a pesar del cariño que algunos me tenéis, no os han despistado las iniciales. Yo soy el otro Varela el tercero de los JL. En mi época de juventud yo era el primo del otro JL, José Luis Varela, el de Peñule y Figaredo, talentuoso y deportista… yo era “el primo de” y lo llevaba con mucho orgullo. Pasado el tiempo me convertí públicamente en el primo del otro JL, Juan Luis Varela el artista, el pintor, el músico, el que conocéis y, debo reconocerlo aquí ante vosotros, el que ha hecho brillar nuestro apellido en este valle. Yo humildemente, y agradeciendo por varias razones, este encargo complicado de SOTUFE, aprovecho la estela familiar para “meter un pie” con muchísima precaución en este pueblo que es el mío, el nuestro.

Cómo hablar de Turón conteniendo esa emoción que recorre todo mi cuerpo en estos momentos. Hay colores y olores, lugares luminosos y rincones más discretos, nombres propios, los míos, los de siempre. Si dejara correr las neuronas sin control seguramente surgirían, tropezando unos con otros, nombres por muchos de vosotros de sobra conocidos: el Trabancu, Enverniego, San Justo, La Canga, Pervaca, el pozu La Lloca, Urgosa, Tablao, Ulpiano, Repipe, el hórreo de Peñule, Agustín el molineru, olores a rosas y sabores a fresas del tercero San Pedro…eso sería un galimatías total, pero qué bien me quedaría por dentro, vacío al final de todo lo que contuve durante casi 61 años. ¡Recuperemos cordura! Aunque, bien pensado, no conviene mucha en tiempos festivos. Turón es hoy, en este momento, aquí en nuestro Ateneo, el centro del mundo, el centro de nuestro mundo.

Estaba yo leyendo el Enigma de Turón, de nuestro historiador Lito, pensando en Turón, viajando en la memoria por Turón, mi Turón…el de cada uno, recordando a su gente, mi gente y mi familia… porque al fin y al cabo yo soy el producto, bastante imperfecto, de todo eso. Es ese viaje el que cada turonés debe de realizar una vez en su vida, recorriendo y pateando esos 14 km alargados de nuestra historia, la única que yo conocí: nuestra gente, una minería en su apogeo y hoy un valle adormilado. Así estaba yo en el jardín de mi casa en Waterloo, contemplando el “castañar y los felechos” y el verde de toda mi vida que planté tan lejos recordando a mi valle, cuando de repente se abrió un largo túnel de 1.500 km al salir del cual me encontré en medio de cuatro casas de una aldea hoy casi abandonada….Pervaca, allí dónde nací.

Yo soy el otro JL, Jorge Luis, hijo de Amor la de Pervaca y de David Varela el de los Cuarteles. Hoy es la hora del tributo y aunque sea brevemente quiero dejar patente el orgullo por tenerlos como padres y agradecer de manera muy especial a mi padre por haberme transmitido ese amor generoso e incuestionable por Turón.
 

Dicho esto, parte importante para mí, viene la tarea más difícil, la ser el pregonero 2011 de esa larga lista de nombres prestigiosos que inauguraron nuestras fiestas del Cristo. Sería fácil hablar desde la nostalgia y seguramente me sentiría muy cómodo en ella, porque soy un enamorado, un tanto idealista,  del valle, de su paisaje y de su gente. Además hablaría desde la distancia, sin comparaciones, del Turón perdido. Ese sería por cierto un ejercicio agradable que enternecería a muchos, pero eso ya se dijo en otros pregones y mejor de lo que podría expresar este 13 de septiembre.

Hablar del futuro, con soluciones sería pretencioso por mi parte. Si tuviera esos remedios milagrosos, como mínimo comunicaría esos proyectos esperanzadores, tan necesarios para el futuro de nuestro valle, a los políticos que hemos elegido o quizás mejor me implicaría en la política local de manera más directa. Siento decir que no tengo tales soluciones, ni proyectos o quizás sí alguno demasiado utópico, y que en cuanto a mi implicación en la vida política, a cuatro años de mi jubilación, dada la distancia y respetando la opinión familiar, no me la planteo  aunque si dejase hablar el gusanillo ese de la política que llevo dentro desde hace tantos años diría “aún no me la planteo”. Me temo que en este caso la dulce opinión de mi esposa pueda más que el murmullo continuo y cansino del gusanillo político.

 

Mi pregón, en calidad de turonés de la emigración, o como suena mejor, más poético o más moderno, como turonés de la diáspora no puede olvidar el pueblo como entidad, su gente como protagonistas y sus emprendedores como gente necesaria y de futuro. Porque si en estos 48 años de distancia física no he olvidado al pueblo tampoco quiero dejar en el olvido a su gente. Será pues el pregón de las tres T: Turón, Turoneses y Turonistas. Será cómo un triángulo equilátero protector enmarcando mi vida y en el que cada vértice, cada ángulo y cada lado son partes inseparables de lo que soy y de lo que pretendo seguir siendo el resto de mi vida.
 

Dice Chantal Maillard, escritora española de origen belga en su magnífico libro de memorias titulado "Bélgica", que una nueva y gran amiga me hizo descubrir :

“A menudo ocurre que veamos la infancia como un paraíso perdido. Nos volvemos hacia ella con nostalgia y regresamos a los lugares donde transcurrió en busca de no se sabe muy bien qué (…) Ese origen al que, en determinados momentos de nuestra vida marcados por un esencial cansancio, anhelamos volver no es un lugar geográfico, ni tampoco metafísico, es un estado. (…) Acaso la inocencia no sea otra cosa que la incapacidad para el juicio, y ésta sea la razón de que, en los primeros albores de la existencia, el mundo sea experimentado con sencilla y gozosa plenitud. Ese gozo sin motivo, esa plenitud es a lo que nos referimos cuando hablamos de "la infancia" con nostalgia, es lo que esa palabra significa, lo que señala. Y si deI territorio en el que transcurrió nos vimos, por cualquier motivo, exiliados, es a él al que ingenuamente creemos que hemos de volver para recuperarla”. ( Chantal Maillard, Bélgica, Pre-textos, Valencia, 2001, pág. 16, 18) Yo añado mi Ítaca es, o ha sido, TURÓN .

Ese Turón físico y para mí tan real, es el que dejé atrás aquel mes de diciembre de 1963. Puedo recordarlo y quiero extraerlo de esa memoria, porque es el único que conocí, el mío, el que nadie me podrá quitar.

Mi Turón era un entretejido que cubría la parte superior del valle como si de un toldo protector se tratara. Partía el hilo de un lado del valle y enlazaba inmediatamente con otrosdos puntos, en ambas laderas, fiel a las referencias familiares y a las afectivas. Así pues fue como tejí mi vida, mi primera vida. Desearía que la tejierais mentalmente conmigo. 
 

El primer triángulo tuvo como vértice inicial Pervaca, mi nacimiento, los abuelos maternos, los tíos y los primos, los González de Piñeres y de San Justo, pasaba el hilo por encima del río, por La Canga, hasta llegar al Enverniego de mis primeras travesuras, de mis primeros amigos y terminaba como siempre conectando con el vértice de todos los recuerdos…Los Cuarteles, sede oficial y patentada de los Varela, de Galicia y de Villallana, los otros abuelos, más tíos y más primos.

Y así fueron cambiando los triángulos a medida que iba creciendo. El segundo enlazaba Enverniego con Repedroso y la escuela e inevitablemente con Los Cuarteles. Este es el momento para que a través de esa involvidable maestra María Luisa Echevarría Lavandera todos recordemos con gratitud, si los recuerdos son buenos claro está, esos maestros dedicados, generosos y a veces tan peculiares sin la labor paciente de los cuales nuestra vida no hubiera empezado con tanta suerte.

La parte alta del valle siempre fui mi mundo y en Los Cuarteles se encontraba la frontera sur. Bajar a los Cuarteles, a la Veguina era ir a la ciudad porque allí estaba todo. Esa era mi visión y no me sonroja en absoluto el sacar ese recuerdo, al contrario jubilo al recordar esos momentos porque mi infancia aunque no de gran lujo fue de enorme felicidad. También recuerdo algunas lágrimas y esos lutos duraderos en esas mujeres jóvenes envejecidas por los dramas mineros en los cuales tanto los Varela como los González pagaron su injusto tributo. Pero afortunadamente la ingenuidad de la infancia preservaba lo esencial.

Llegó el último triángulo, San Andrés – Pervaca – Los Cuarteles y la extraordinaria, feliz y demasiado corta etapa de mi vida escolar en La Salle. Disfruté, aprendí y empecé a pensar más allá de los libros. Pero ese triángulo feliz, en un Turón feliz, en una familia feliz se vino abajo y perdió para siempre la vértice esencial, la que asentaba a la familia: La muerte de la abuela Elvira, mujer ejemplar, convirtió ese triángulo en una larga línea, más o menos recta, de exactamente 1501 km y más de 14 horas de coche, la de la emigración: Turón – Bélgica.

Ese es el Turón de mis años felices protegido bajo ese triple toldo de mis tres primeras etapas por el valle. Pero en este momento del pregón también vosotros sois los protagonistas porque cada uno de vosotros tiene su propio boceto y sea cual sea el resultado de vuestro lienzo ese será el Turón real, porque es el vuestro. El Turón físico, el paisaje, las aldeas y los barrios tienen mil facetas y cada uno lleva, en su bagaje, la que llenó su vida. Al final, como comenté muchas veces con un gran amigo aquí presente, nosotros, más efímeros que la naturaleza, pasaremos y el valle con su encanto, sus colores y olores seguirá ahí aunque mermado por esa parte personal que virtualmente le hemos arrancado. En 1963, hace 48 años, empecé una nueva vida y el valle siguió la suya.
 

Para ser turonés, queridos amigos, es suficiente con nacer aquí. Aunque es de justicia matizar, a la vista de la composición de nuestra población, que el turonés es el resultado de una adición exitosa entre raíces locales y emigración. Porque el turonés, aunque a algunos les salga identidad turonesa por todos los costados, es aquel que ha llegado hasta aquí en busca de una vida mejor en una labor tan dura como la del carbón. Han venido, se han afincado y convertido a sus descendientes en turoneses de pura cepa.

Cuando aún la búsqueda de datos y de nombres por internet era algo excepcional, la consulta de la clásica guía telefónica daba fe de esas procedencias y de tantos éxodos interiores. Los apellidos de la zona 985.430… daban testimonio de ello: Galicia, Andalucía, Portugal, y muchos otros lugares de Asturias próximos o lejanos:

ABREU-ARAUJO-ARÉVALO-BARREIRO-BENAVIDES-BURGET-DOS ANJOS-DOS SANTOS-ESCUDERO-FOLGUEIRA-FREIRE-GANCEDO-GIL-LAMAGRANDE-LADREDA-LILLO-LOBETO-LLORENTE-MARTOS-MIER-NEIRA-OLIVEIRA-ORMAECHEA-PAN SANJURJO-QUEVEDO-RABANAL-RICO-ROBLES-SAAVEDRA-SABARIS-SAMANIEGO-SANTERVA-SCHEREDRE-SECADES-SOBRADO-SOMOZA-SOUTO-TOCINO-TOMILLO-URUEÑA-VALERA-VARELA-VIZCAÍNO-ZUBIZARRETA

Y muchos más, cuyos apellidos, sin ser tan peculiares a primera vista, engrandecen la genealogía del valle. En cuanto a mí:  orígenes por parte de la madre con una ascendencia secular principalmente enraizada en San Justo, y el Varela paterno, que transmito tan orgulloso a mis generaciones, con humilde procedencia de una aldea de Lugo. Por eso yo, como todos ellos, y seguramente muchos de vosotros, soy un puro producto de esa identidad mezclada, o hablando en términos más actuales … producto de una integración perfecta. Galicia - San Justo – Piñeres – Villallana – Turón – Bélgica y vuelta a Turón.

Hoy cierro mi ciclo y vuelvo con fuerza a mis propias raíces. Pero reconozco que el nacer en un lugar no tiene mérito propio. Son las circunstancias y en este caso la atracción laboral de la cuenca minera del Turón la que hizo que yo naciera en Pervaca y que seguramente casi todos vosotros dieseis vuestros primeros pasos en algún sitio del valle.
 

“Ser turonés no tiene mérito propio; ser turonista hay que ganárselo”, me repitió una mil y veces Manolito Baquero. Quiero agradecerle el haber creado este neologismo tan apropiadoporque a mi entender esta T, la de turonista, es la de más calado, con más trascendencia, la única portadora de futuro. La T de turonista significa el compromiso que transforma al turonés, mero habitante del valle, en artífice de su presente y sobre todo de su futuro.

Quiero hablar primero desde la gratitud personal hacia todos los que han luchado y los que ñucháis para que este pueblo salga del olvido y tenga futuro. No mencionaré ningún nombre porque los ilustres nombres del pasado, muy presentes en mi mente, y que han realizado alguna obra de las muchas que siguen patentes en la sociedad turonesa, y de las que muchos disfrutamos, ya son parte meritoria de nuestra historia. Y elvalledeturon.net humildemente,  pero con dignidad, les hará recuperar el sitio que merecen por mérito propio. No mencionaré a los luchadores del presente por miedo a olvidar colectivos y nombres significativos que actúan y se dejan la piel para evitar que el ingrato manto del olvido económico, social, cultural o político margine nuestro pueblo. Solamente quiero decir que siento haber llegado, por razones obvias, un poco tarde, aunque espero que no demasiado tarde, para aprender de esos grandes nombres del pasado y añadir mi esfuerzo y compromiso a la labor de los que seguís infatigables en la brecha.
 

Mi admiración no es meramente literaria. No uso palabras huecas porque siento lo que digo y valoro el enorme trabajo que muchos de vosotros desarrolláis. Un viejo profesor de facultad, sabio como pocos, me decía: “Hay dos clases de personas las que se pasan toda la vida haciendo proyectos y los que simplemente actúan y trabajan”. Siempre fue mi frase de cabecera.

Muchos proyectos surgen individualmente, otros de algún colectivo pero desgraciadamente, algunas veces, la diversidad de opiniones, respetable y necesaria, hace que muchos de los planes se queden en el andén. El cierre del pozo Figaredo puso el cerrojo definitivo a una historia minera brillante y para muchos difícil de concebir. El periodista David Montañés en un artículo dedicado al valle decía que “ cuesta imaginar que en este enclave del concejo de Mieres llegaran a estar en activo más de 200 bocaminas…y que más de 8.000 mineros llegaran a trabajar en este estrecho valle en sus tiempos de esplendor industrial. Un período frenético en el que el progreso y la miseria convivían cada día en las calles. Mucho sacrificio con poca recompensa”.

Esta realidad ya es el pasado y ese brillante siglo y medio se ha agotado con escasa previsión por parte de todos. Es verdad que hoy ya no hay 20.000 turoneses pero sí puede haber 4.500 turonistas, luchadores, emprendedores, creadores de progreso y que pueden hacer que el poder de la conciencia salga victorioso del poder del dinero , de la resignación y del pesimismo estéril. Nadie tiene una deuda con nosotros, pero nosotros sí tenemos un deber y un compromiso con nuestro futuro, el nuestro el de nuestros hijos y el de nuestros nietos. Por encima de los intereses partidarios, por encima de nuestros propios intereses personales está el futuro del pueblo. No parcelemos nuestras necesidades so pena de romper rápidamente una solidaridad necesaria. Si el compromiso no es de todos, no lo será de nadie, porque el individuo atrincherado en sí mismo, sobre su problema buscará una solución aislada y se conformará con actitudes y propuestas populistas, el preocupado por el interés colectivo buscará y encontrará una solución conforme a las actitudes democráticas y a las necesidades de todos.
 

Hoy es día de fiesta y la nuestra está entre las más relevantes de la región. Quiero recuperar la mirada de aquel niño de pueblo, orgulloso de ello, para el que Turón – La Veguina era ya como la gran ciudad… las fiestas eran algo como el Disneylandia de hoy para nuestros niños… Parece increíble, pero quiero que eso quede así intacto en mi memoria… porque no me interesa vaciar el disco duro de mis recuerdos, tengo suficientes carpetas y pienso que bastante bien organizadas como para, de momento, tener espacio suficiente para lo uno y para lo otro, el recuerdo y el compromiso.

Porque Turón hoy es el centro de nuestro mundo, de mi mundo, ni exclusivo ni excluyente, quisiera declararlo hoy ante todos vosotros Patrimonio Emocional de nuestra Humanidad.
¡Que empiecen las fiestas!


Jorge Varela, Turón, 13 de septiembre de 2011