II Encuentro del Turonés Ausente
Entre Polio y Cutrifera
Carlos Vega Zapico
Siempre hay un momento para el recuerdo
Acaban de finalizar nuestras tradicionales fiestas del Cristo de la Paz. Ya solo quedan 365 días para celebrar una nueva edición. El tiempo -ese gran enemigo de las comisiones festivas- fue, en general, respetuoso. El resto… que cada uno sea libre en su pensamiento y decir.
Es ahora tiempo, por nuestra parte, de análisis y por ello, quisiera, a través de estas líneas y en nombre de la Comisión Organizadora del II Encuentro del Turonés Ausente agradecer a cuantas personas se sumaron al acto -este año se sirvieron 162 raciones de arroz- su colaboración y participación. De Irún, de Gijón, de Oviedo, de Madrid y hasta de Bélgica vinieron gentes del Valle a compartir unos momentos de camaradería y recuerdo. Faltaron otros que no pudieron sumarse o no quisieron hacerlo. Ahí está el verdadero espíritu de la democracia participativa. Ellos -los asistentes- fueron los verdaderos protagonistas y quienes están empeñados en que el encuentro continúe en años sucesivos. ¡Todo se andará!.
Pasaban unos minutos de las dos y media de la tarde, cuando Piedad saludaba a los asistentes entre los ya lejanos recuerdos y deseos de futuro “Ya no huele a los calamares del Nieto ni gastaremos nuestra peseta en comprar pipes y chufes en el puestín de Lola, en la bajada del parque, pero, como todos los años, hemos visto, que aún sigue habiendo en Turón un grupo de personas que se esfuerzan en preparar unos días festivos para todos. Lástima que esta difícil tarea no se entienda como una suma ante un reto común. Difícil tarea, pero, realidad ante los trenes, cada vez más escasos, que pasan y no se detienen ante nuestra estación”.
Pero, ante todo, es justo entrar en el capítulo de los agradecimientos. Nada se hubiera podido hacer sin la desinteresada colaboración de la Asociación de Vecinos del Lago que, por segundo año, se encargaron de darnos de comer -y bien, en opinión de los comensales-. Preparar, comprar, montar, hacer y servir. Demasiados infinitivos para pocas personas que trabajaron ¡el día del Cristo! de ocho de la mañana a seis y media de la tarde a cambio de nada. No viene a cuento dar nombres puesto que la labor fue colectiva, por eso, amigos, en nombre propio y en el de la “Comisión Pro Restauración de la Iglesia de San Martín”, con toda sinceridad, simplemente ¡GRACIAS!. También es justo el agradecimiento hacia esos miembros de la Plataforma Juvenil que, tras una noche de verbena, allí estaban “como clavos” fieles a su palabra. También a vosotros ¡GRACIAS!.
El arroz, “tenía más tropiezos que granos”, me comentaron algunos comensales ¡exquisito!; el queso, “como me gusta a mí, curaíno”, comentaba un matrimonio; el pan de “chapata” recién hecho y crujiente; el postre ¡de la Gloria!; el café, calentino y el chupito, delicioso, fue la excusa para juntarse, charlar, intercambiar recuerdos y hasta para echar alguna que otra cantarada. Lástima que siempre las puñeteras prisas nos hacen levantarnos con más rapidez de la que desearíamos. Luego, las tertulias, en grupos, continuaron por las distintas terrazas instaladas a lo largo de nuestra Primera Avenida -La Veguina- donde sé que se dieron buena cuenta de algún que otro “mojitos”, café irlandés y otros complementos culinarios de sobremesa. Eso y solamente eso era lo que se pretendía. Por nuestra parte ¡Misión cumplida!. Para la reparación de nuestra “catedral”
Seguimos creyendo que la idea no es buena sino fenomenal, lástima que los protagonismos personales estén, en demasiadas ocasiones, por encima del bienestar general pero, así somos y así estamos.
Para el recuerdo, queda el testimonio gráfico de la jornada.
© - Carlos Vega Zapico. Turón, 15 de septiembre de 2013