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Un homenaje frustrado

Una obligada injusta salida del Valle ha truncado lo que hubiera sido un agradecido 75 aniversario para una labor, que más allá de lo educativo, ha marcado la vida social del pueblo. Atrás quedan todos nuestros recuerdos, ligados a la presencia de las Dominicas: su servicio en el hospitalillo de La Felguera, su aportación docente en el desaparecido antiguo “bazar” de Los Cuarteles, en el colegio de la Cuesta Lago, en los chalets de La Cuadriella o en el colegio mixto Ntra Sra de Covadonga -La Salle… sin olvidar la colaboración con el Hogar de la Tercera Edad, las visitas a los enfermos o la actividad parroquial. Ángeles, Rosario y Concepción cierran otro capítulo más de nuestra movida historia turonesa. Con este artículo de Carlos Vega queremos dejar una constancia reconocida de esta huella imborrable.




Entre Polio y Cutrifera
Carlos Vega Zapico

75 años en el Valle del Turón


 
Un rumor y muchos recuerdos

Fue a comienzos del pasado mes de septiembre cuando el rumor comenzó a sonar: “Marchan de Turón las Hermanas Dominicas”. Como cada día solía cruzarme con una de ellas -creo que era la Hna. Concepción- no di más importancia a la noticia que, según iban pasando los días sonaba con más y más insistencia. Llegó el Cristo y, pese a las prisas del momento, volví a verlas, por lo que deseché la idea. Pero no, el rumor tenía su fundamento y con fecha 26 de septiembre las Hermanas Fructuosa, Concepción y Mª Ángeles abandonaban, “por orden de la superioridad” el Valle de Turón cuando estaban a punto de cumplir el 75 Aniversario de su llegada.

He de confesar que siento cierto cariño por las Hermanas Dominicas de la Anunciata. El motivo no es otro que el maternalMusica.jpg cariño con que me trataba, en mi infancia, la Hermana Juana “Juanona”, una “monja” que prestaba sus servicios, al cuidado de los enfermos ingresados en el hospital, que situado en el barrio de La Felguera, poseía la empresa Hulleras del Turón para atención de sus trabajadores, y en el que durante muchos años trabajó mi padre como practicante. La recuerdo, siempre con el largo mandil con el que protegía su negro hábito, dando vueltas alrededor de los fogones, en tareas de cocinera, en el piso inferior del hospital donde nunca faltaban unas galletas o un caramelo a cambio de un beso.

Pasados los años, recuerdo a “las monjas” en su soleado colegio construido por la empresa minera y más tarde, en los chalés de La Cuadriella, a donde acudí a recibir clase de música con la Hermana Imelda para poder sacar a flote esa asignatura que se me atragantaba en mi carrera de magisterio. ¡Qué paciencia tenía con nosotros, a las teclas de aquel piano, mientras marcábamos las notas escritas en el pentagrama!.

Con el tiempo, viviendo ellas encima de lo que se conocía como “tienda del conomato”, también en La Cuadriella, me abrieron su casa en innumerables ocasiones y mantuvimos largas conversaciones mientras los alumnos practicaban su perfeccionamiento en mecanografía bajo la atenta mirada de la Hermana Rosario siempre dispuesta a ponernos un café mientras la Hermana Caty y yo, compañeros de profesión, evaluábamos a nuestros alumnos de E.G.B. Hoy, esa relación, aunque, lógicamente, un poco más distante, sigue existiendo, motivo, posiblemente, que me lleva a completar las líneas que siguen, siempre bajo el signo del más sincero agradecimiento.
 
Empieza una historia

Como con demasiada frecuencia solemos desconocer nuestra propia Historia, traté de averiguar algunos datos sobre las Hermanas Dominicas en nuestro Valle. Lo primero, saber que llevan el apellido de “la Anunciata” , que durante muchos años ignoré, y que fueron fundadas en el año 1856 por el padre Coll, hoy San Francisco Coll Guitart.

Su llegada a nuestro Valle no estuvo, en un principio, vinculada a la empresa Hulleras del Turón, que contaba por aquellas fechas con 8 escuelas subvencionadas -existían otras 8 pertenecientes al correspondiente Ministerio-, sino que llegaron atendiendo a la llamada del entonces cura párroco D. José Fernández y Fernández, “celoso por la educación sólidamenteClases.jpg cristiana”, quien crea un Patronato el 3 de marzo de 1939 que acuerda, con el visto bueno de la Junta Municipal de Educación Primaria, “la fundación de un colegio de niñas en la referida parroquia de Turón, denominado Colegio Isabel La Católica” y cuyo funcionamiento se regiría de arreglo a las siguientes bases:
 
1. La Comunidad se compondría de una Priora, cuatro Hermanas profesoras y otra Hermana más.
2. La comunidad regentará 4 clases de enseñanza primaria, con un total máximo de 200 alumnas. Todas estas alumnas serán admitidas por el Patronato, con arreglo a sus Estatutos.
3. De común acuerdo la Comunidad y el Patronato establecerán en su día la Escuela Hogar para la formación cristiana y humana de las niñas y jóvenes mayores de 14 años.
4. El Patronato, además de facilitar la casa-residencia y casa-escuela, convenientemente amuebladas, abonará por mensualidades vencidas, la retribución de las religiosas, consistente en 5,50 pesetas por día y por cada una de las 6 que componen la Comunidad
5. En la misma forma, abonará el Patronato a las Religiosas 4,50 pesetas cada día para atención de la limpieza de la casa-residencia y casa-escuela, etc.
6. El Patronato abonará así mismo a la Comunidad los gastos de capilla: alumbrado, calefacción, etc. Y facilitará gratuitamente a la referida Comunidad, carbón, agua y luz.
7. Todos los gastos de material escolar corren, asi mismo por cuenta del Patronato.
8. De acuerdo con la autoridad eclesiástica y cuando ello sea posible, el Patronato sostendrá un Capellán para mejor atender a la Comunidad y al Colegio, espiritualmente.
9. Fuera de las clases mencionadas de enseñanza primaria y de las que se establezcan de comúh acuerdo, según la clausula 3ª, las Religiosas quedan en completa libertad de tener, pòr su cuenta, clases particulares especiales para niñas que de ellas lo soliciten.

De acuerdo la Priora provincial Hna. Trinidad Torrella y el Patronato presidido por Dª María Rosa Sanchíz de Brena, el 7 de marzo de 1939, festividad de Sto. Tomás de Aquino, llegaron a Turón, enviadas por la Superiora general Hna. Mercedes Miralpeix, con la única misión de fundar una Casa-Colegio, las Hermanas: Catalina -curiosamente su segundo apellido era Cadenas, procedía de la Comunidad de Ujo y a ella volvió a los pocos meses-,Consuelo, Encarnación, Margarita, Constancia, Luisa, Rosa y Antonia a las que acompañaba la ya citada Priora Provincial Hna. Trinidad. Tan pronto dieron comienzo las clases hubo de cerrarse la matrícula puesto que las 200 alumnas, total máximo que constaban en la cláusula 2ª, llenaron las cuatro clases. Para colegio, se adaptó un edificio existente a la entrada del ya desaparecido barrio de San Francisco, antiguo “bazar” de Hulleras del Turón y que además había servido de domicilio a la Cruz Roja y local de ensayo de la Banda de Música.
 
Hijos de mineros

Como consecuencia de las dificultades económicas del año 1941 y al no ser el Patronato una institución estable y segura las Hermanas Dominicas deciden exponer la difícil situación por la que atraviesan al entonces director de Hulleras del Turón D.Hijos de mineros.jpg Francisco de la Brena y proponerle el traspaso del colegio a la empresa. La propuesta es estudiada por los representantes empresariales y es él en compañía del gerente D. Eduardo Merello quienes, en visita realizada al colegio, comunican a la Comunidad de religiosas que “la Sociedad Hulleras del Turón hace suyas las bases presentadas por el Patronato con las dos variaciones siguientes:
 
1ª La empresa se encarga de subvencionar a las seis hermanas con 200 pesetas mensuales a cada una
2ª Las niñas que asistan al colegio han de ser hijas de empleados y obreros de la empresa.

De este modo, desde noviembre del año 1941, dejan, de pertenecer al Patronato pasando a prestar sus servicios en la enseñanza de las hijas de los trabajadores de la empresa Hulleras del Turón, descendiendo la matrícula al ser excluidas las alumnas que no cumplían las condiciones impuestas por la empresa.

Llegados a este punto, resulta interesante recordar que la presencia de las Hermanas Dominicas de la Anunciata en las cuencas mineras asturianas no era nueva, puesto que ya se encontraban establecidas en Sama de Langreo desde 1897; en Ablaña desde 1898 y un año más tarde en Mieres ; en 1900 en Ujo, por lo que es de suponer que los responsables de la empresa conocían la labor realizada por las religiosas que les hizo coincidir en la colaboración de las Hermanas en el cuidado de los mineros accidentados en el trabajo en los pequeños hospitales que las empresas mineras tenían en Ablaña -Fábrica de Mieres-, Sama de Langreo y Turón (1) .
 
Construcción, derribo y mudanzas 

Pero, volvamos a la escuela. Dado que la matrícula aumentaba paulatinamente y el edificio dedicado a colegio no reunía las condiciones necesarias, Hulleras del Turón inicia la construcción de un nuevo colegio en la Felguera y donde, parece ser, antes de la guerra se tenía pensado levantar un sanatorio para los trabajadores mineros. La colocación de la primera piedra tuvo lugar el 24 de julio de 1950 contando el acto con la presencia, entre otros, del marqués de Triano, Presidente del Consejo de Administración acompañado por Antonio Goyoaga, Director Gerente, Francisco de la Brena y Luis Bertier, Director y Subdirector respectivamente, siendo el párroco Heliodoro Méndez el encargado de la parte religiosa del acto. Después de dos años de obras, el nuevo colegio abre sus puertas el 12 de julio de 1958 iniciándose el curso con ocho grados, más una clase de corte y confección. El nuevo edificio dio problemas desde un principio y así hubo de retrasarse el comienzo del curso 1962-63 por la aparición de algunas grietas en su cimentación lo que afectaba a las paredes y supone el reforzamiento de las bases, Construcción y derribo.jpgrepitiéndose nuevas reparaciones en 1964. A lo largo del verano de 1968 la Hna. Directora reclama, en reiteradas ocasiones de Hunosa -Hulleras del Turón se había integrado en la empresa estatal el mismo año y con ello todo su patrimonio escolar- medidas urgentes que impidieran el paulatino hundimiento del edificio, lo que, sin duda, ponía en riesgo el inicio del nuevo curso escolar. Gestiones y más gestiones entre Hunosa, Dominicas y Ministerio de Educación y Ciencia dan como resultado el abandono del edificio y el traslado “provisional” de las aulas a los dos chalets, propiedad de la empresa minera, que se encontraban en la Cuadriella y que en su día habían sido vivienda del Director y Subdirector de Hulleras del Turón. Y así, después de realizadas las correspondientes obras de acondicionamiento daban comienzo las clases el 23 de octubre de aquel mismo año para las 274 niñas matriculadas en el centro, con la confianza de volver -al próximo curso- al Colegio Isabel La Católica. El deseo no se hizo realidad y entre el 5 y el 6 de septiembre del año 1975, aquel magnífico edificio inaugurado en 1958 con capacidad para 500 plazas escolares fue derribado completamente culminándose aquella alarma del año 68. Como curiosidad, decir que la última Comunidad que habitó el colegio Isabel la Católica estaba compuesta por las Hermanas Josefina, Begoña, Covadonga, Rosario, Josefa, Mercedes, Imelda y Rosa.

Pero, los tiempos cambian y llegan días de incertidumbre por lo que en 1975 el colegio Isabel La Católica, regido por las Hermanas Dominicas de la Anunciata se integra en el colegio La Salle aunque las alumnas continuaran algún tiempo en La Cuadriella. Así nacía el “Colegio Mixto Ntra. Sra. de Covadonga-Isabel La Católica” -creado por Orden Ministerial de 23-10-75- que asumía un mismo proyecto educativo y que de común acuerdo, adoptaron la decisión de que la responsabilidad jurídica, a todos los efectos, correspondiese a los Hermanos de La Salle. Fué así como en el curso 1978-79, las 241 alumnas abandonan los chalets de la Cuadriella y pasan a engrosar las aulas del conocido como colegio La Salle, en Vistalegre, donde se unen a los 265 alumnos allí matriculados que estarían a cargo de 17 profesores de los que cinco eran dos Hnos. De La Salle y tres Hnas. Dominicas.
 
Una labor truncada, nuestro adiós agradecido

Durante algún tiempo, las Hermanas siguen viviendo en el chalé de la Cuadriella hasta que en 1978 se les comunica que en el lugar que ocupan sería destinado a viviendas sociales, si bien se les concedería otra vivienda en el mismo barrio. De nuevo la comunidad debe hacer las maletas y trasladarse el 13 de febrero de 1981 a la nueva casa que estaba situada encima de la antigua “tienda del conomato”, en la Cuadriella, a escasos metros de su anterior residencia donde imparten clases de música, hogar y secretariado. La vida, que tiene sus momentos de inexplicable dureza nos produjo un duro golpe aquella tarde -noche del 28 de septiembre de 1984, en que, de camino a Bujedo perdían la vida Charo, José María y la Hermana Florinda VegasAdios.jpg Martínez -Flory”-, mi compañera de curso. En el mes de enero de 1990 se expropia, por parte de la Dirección responsable de Obras Públicas del Principado de Asturias, el edificio donde vivían que era de Hunosa, al ser necesario la realización del ensanche de la carretera Figaredo-Turón y adquieren, en agosto de 1991, una casa en propiedad muy próxima a la anterior, en los conocidos como “jardines de La Cuadriella” manteniéndose allí dedicadas a actividades pastorales.

La crisis económica que azotó el Valle con el paulatino cierre de todas sus instalaciones mineras, el continuo despoblamiento del mismo y el creciente descenso de la natalidad unido al cierre del colegio La Salle, replantearon la vida de la comunidad religiosa entre nosotros, dedicándose ahora a todo tipo de actividades: colaboración con el Hogar de la Tercera Edad, catequesis parroquial, pastoral juvenil, Cáritas interparroquial, visitas a los enfermos…

Aún así y pese a la positiva labor que, en mi opinión, estaban desarrollando, las “mentes pensantes” en los despachos tomaron la decisión de suprimir la Comunidad, cuando ésta estaba a punto de celebrar el 75 Aniversario de su llagada a Turón. ¡Triste decisión! Para un Valle que va viendo como, poco a poco se queda en el más triste de los olvidos. Oficialmente, las Hermanas Dominicas de la Anunciata abandonan Turón el 12 de enero de 2011 y fueron la turonesa Ángeles, la leonesa Rosario y la burgalesa Concepción quienes formaron la última comunidad en nuestro Valle, no ya como comunidad educativa sino como Comunidad con misión parroquial y social.

La fecha, pasó totalmente desapercibida, por lo que, sirvan estas líneas de agradecimiento a la labor realizada por las Hermanas Dominicas de la Anunciata en la educación de las hijas de nuestro Valle. Lástima, como tantas otras cosas, que su marcha fuese promovida por la superioridad ignorando la labor que aún realizaban entre nosotros.

© Carlos Vega Zapico, Turón, marzo de 2014

(1) Hulleras del Turón había construido un “hospitalillo”, en La Felguera, para el cuidado de sus trabajadores heridos en accidente hacia 1917 que modificó y mejoró con posterioridad era regentado por enfermeras seglares, por lo que la “empresa” gestionó con la Congregación el que fueran las hermanas las que se encargasen del Hospital en régimen de concesión. De esta forma el 7 de octubre de 1947, llegan, procedentes del Sanatorio de Sama las Hnas. Ramona Masbernat y Mª Jesús Llorente para “hacerse cargo de la administración y asistencia a los heridos”. Como el local no reunía las condiciones de vivienda, las Hnas. pasaban el día en el hospital pernoctando en el colegio, - lo que tuvieron que hacer durante algo más de año y medio- por lo que, terminadas las obras de ampliación de edificio, aumentó el número de religiosas constituyendo una Comunidad con residencia fija en el citado hospital quedando esta formalmente constituida el día 1 de abril de 1949 por las Hnas. Mª Dolores Carcedo -que hacía de Priora- y a la que acompañaban Monserrat Bartrons Sañé, Mª Jesús Llorente y Juliana Sagrario Antolino. La casa-hospital se cerró en el año 1968 al integrarse Hulleras del Turón de la estatal Hunosa.