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Noviembre, un mes triste para todos

Recuerdos al atardecer

 

Carlos Vega Zapico

 

 

Noviembre, un mes  triste para todos

 

Comenzó el mes con las tradicionales festividades de Todos los Santos y los Fieles Difuntos y, aunque cada vez a menos, se sigue con la tradición de la visita a los cementerios a dejar flores a los seres queridos fallecidos. Recuerdo cuando de güaje solos veíamos crisantemos a las que solíamos conocer como “les flores de los muertos”, luego, poco a poco, fueron imponiéndose los claveles y las rosas hasta llegar a los verdaderos centros florales de nuestros días que convierten los cementerios en auténtico escaparate de decoración.

De aquella, no había güerta que no reservase un pequeño espacio para los crisantemos dado que era casi la única planta capaz de producir flores a estas alturas del año en las que la temperatura ya ha descendido algunos grados y al formar las flores un verdadero bloque y una variedad de colores eran las más apropiadas para estas fechas otoñales. Se dice que la costumbre de llevar flores a los difuntos viene de su empleo para enmascarar el mal olor que emitían los cadáveres en descomposición cuando éstos eran velados. Sea o no cierto seguimos acudiendo al cementerio como a un lugar de respeto y recuerdo hacia aquellos que fueron nuestros seres queridos.

En el recuerdo personal, los cementerios de Santa Mariña Dozo, en Cambados, declarado Monumento Nacional y donde reposan los restos de la desconocida Josefina Blanco que fuera esposa de Ramón María del Valle-Inclán. El cementerio del Espino, en Soria, donde nunca faltan flores en la señalizada tumba de la joven Leonor Izquierdo, sobre todo por los muchos seguidores de la obra de su marido Antonio Machado o el de la vallisoletana villa de Urueña situado entre las paredes del propio Castillo y bajo la atenta mirada de la antigua Torre del Homenaje. Como curiosidad citar el cementerio, con algo más de 5000 tumbas, todas vacías y lugar de culto para mitómanos de la película “El bueno, el feo y el malo”: el Cementerio de Sad Hill, en la provincia de Burgos, muy cercano a Santo Domingo de Silos.

Aprovechando estas fechas y que muchos nacidos en el Valle vuelven por unos días, volvimos a juntarnos en una comida que venimos celebrando desde hace más de una década los compañeros de infancia en el colegio La Salle cuando aún vestíamos pantalón corto. Recuerdos, fotos, anécdotas que siempre salen a relucir y pesar por el estado en que se encuentra aquel edificio en el que pasamos muchas horas de nuestra niñez. Algunas faltas y otras personas nuevas que quisieron sumarse a una tarde agradable aunque no en lo meteorológico. Y, ¿cómo no? ¡Quedamos emplazados para el año que bien `por las mismas fechas!  No fue la única comida llena de recuerdos puesto que también los antiguos trabajadores del Pozo santa Bárbara se reunieron en torno a una buena mesa y recordaron los tiempos de trabajo.

Se presentaron, en Madrid, las “Jornadas Gastronómicas del pote de Turón” y hasta allí se desplazaron la plana mayor de So.Tu.Fe., una representación de la hostelería local y una nutrida representación municipal. También ¿cómo no? representantes de la prensa especializada  y algunos “mierenses ilustres”. Me dicen que el éxito fue tal, que es posible haya que ampliar los días “del Pote” dada la avalancha que se espera para degustar ese Pote que tanto costó sacar adelante en aquel capicúa 1991. ¿Te acuerdas, Pepe? Desde aquel primer año, se presentaron las Jornadas rotando cada año por los distintos establecimientos locales participantes. Luego, se cambió el rumbo y hasta en una edición se celebró un “pregón”. Se pretendía y se logró, en 2017 que las Jornadas fuesen declaradas Fiesta de Interés Turístico Regional. En las últimas ediciones, se realizaron algunas incorporaciones nuevas como ”Explorando el Pote Perfecto” que personalmente me parecieron interesantes pero, perdonarme si digo que no veo en ello un acto popular e integrado en las Jornadas, lo mismo que ocurre con la festividad de Santa Bárbara. Creo, con toda sinceridad que los primeros diez días de cada mes de diciembre deben ser un todo a los que se deben de dotar de verdaderos contenidos gastronómicos y mineros. No es la primera vez que lo expreso y ahí están los resultados.

Me alegré enormemente cuando, el 7 de noviembre, me enteré que el Premio Cervantes le había sido concedido a Luis Mateo Díaz. A mi memoria acudieron los recuerdos de una fría tarde de enero cuando llegaba a la biblioteca de Turón. Abrigo oscuro, bufanda de cuadros, caminar pausado y sonrisa en una cara que reconfortaba a primera vista. Era recibido por dos niñas con camiseta blanca en la que se leía “Bibliotecarios por un Día”. Le acompañaba Fulgencio Argüelles. Era todo un lujo para quienes acudimos a escucharle. ¡Qué recuerdos!

Pero, sin duda la noticia de este mes, fue el fallecimiento de nuestro Alcalde, Aníbal Vázquez, que se produjo el día 12, aunque desgraciadamente hubo quien ya le dio por fallecido días antes, ante la consternación de todo el municipio. A estas alturas creo que está todo dicho sobre la personalidad de Aníbal. Le conocí en un viaje en tren hace muchos, muchos años en aquel viejo “exprés” con destino a Madrid. So me resta decir que creo sinceramente que era una buena persona. ¡Ahí están los resultados! Como la vida debe continuar, será el turonés Manuel Ángel Álvarez el nuevo mandatario municipal a quien deseamos toda clase de éxitos en esa tarea nada fácil de contentar a todos en los nuevos retos a los que el concejo se enfrenta y al que nosotros, los turoneses, también pertenecemos. Por cierto, será la segunda persona del Valle que alcanza la presidencia de la alcaldía municipal.

El turonés Javier Suárez, párroco de San Juan el Real, en Oviedo, celebró sus 50 años de sacerdocio. El “fíu de Pachín, el alcalde de Villapendi” lo celebró con sus parroquianos en un acto muy emotivo en el que no faltó la intervención del Coro Minero de Turón. Recuerdo su ordenación en San Martín de la mano del entonces arzobispo Díaz Merchán allá por 1973. Todo un acontecimiento para nosotros. ¡Cómo pasa el tiempo!

Y así, poco a poco, nos enfrentamos a la recta final de un año que está en su recta final y al que sólo le queda ya una hoja en el calendario.

 

© Carlos Vega Zapico - Turón, noviembre de 2023