Una visita a la propia casa
Desde el anuncio del comienzo de su rehabilitación y del programa de visitas, el Pozo Santa Bárbara, Pozu La Rebaldana para los turoneses, no se apeado de los titulares de los medios informativos. Un primer fin de semana a tope de visitantes y un amplio abanico de reacciones. Hubo curiosidad y deseo por saber más sobre el histórico emplazamiento minero pero también algo de decepción por parte de los conocedores del mundo de la mina que esperaban (re)descubrir partes importantes de la implantación. Un primer escrito de Carlos Vega dando tiempo al tiempo…que aún queda mucho por delante
Entre Polio y Cutrifera
Carlos Vega Zapico
Una visita a la propia casa
Por la prensa, me enteré de que la Dirección General de Bellas Artes, Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas organizaría

El sábado amaneció con una niebla que cubría el Valle. Así que, tras tomar el café, echar la parrafada de rigor y ojear la prensa, decidí subir caminando hasta la Rebaldana, con tiempo suficiente y con cierta actitud expectante por lo que me encontraría, dado el amplio dispositivo publicitario aparecido en prensa, radio y televisión sobre la citada obra de restauración. “Santa Bárbara, una catedral de la industria en restauración”, “La catedral minera de Asturias”, “Santa Bárbara es todo un símbolo para Asturias”… Lástima que ante tanta riqueza, como se comenta por parte de los expertos, se hubiese esperado a que llegara este grado de ruina y deterioro, y, ¡mira que se desvalijó!.
Y allí estaba yo, que jugaba en casa, delante del castillete, un poco intrigado por saber a quién me encontraría en esta primara visita y por escuchar lo que nos dirían. Mientras tanto, recordé que 101 años atrás se inauguraban estas instalaciones de la mano de Hulleras del Turón y que hace ahora 20 años se clausuraban de la mano de Hunosa, ante los vanos intentos de la población turonesa por mantener en activo la explotación. Me vinieron a la memoria aquellas largas noches de espera en

Me sorprendió ver todo el perímetro de los pozos cerrados con vallas que impedían el acceso, no pudiendo pasar de la “caña del pozu”. Miguel Busto, joven historiador encargado de la parte didáctica de la visita, comentaría con posterioridad que “medidas de seguridad hacían aconsejable no pasar del perímetro marcado”. Según se iba acercando la hora, aumentaba la afluencia de público y sobre todo de medios de comunicación. Allí estaba TVE, TPA, la Nueva España o el Comercio interrogando a las personas que constituían la primera visita, llegados de Oviedo, Gijón, Mieres o del madrileño Leganés, ansiosos de conocer las obras de restauración de Santa Bárbara. Pasaba unos minutos de las once de la mañana cuando tras atender a los medios de comunicación, Migue “pasaba lista”. Tras cruzar la puerta de entrada a las instalaciones unos datos históricos y paseo hasta la plataforma en la que en su día se encontraba la fragua y los talleres. Después visita al socavón, recientemente inaugurado y pasados cuarenta y cinco minutos, se puso punto y final a la visita. Los primeros visitantes se marcharon un tanto defraudados por los escasos elementos que pudieron visitar. Preguntaban por los edificios de

Pasadas las siete de la tarde, se daba por finalizada la visita del último de los cinco grupos que el primer día de visita acudieron a Santa Bárbara -unas 80 personas- y entre los que se encontraban Mª Fernanda, Roberto y Evelia colaboradores de esta página. Con toda sinceridad si tuviera que definir con una sola palabra la visita ésta sería ¡decepción!, sobre todo, después de toda la información aparecida en prensa en días anteriores. Es posible que de haber visitado todas las instalaciones las gentes se hubieran llevado otra idea, la del expolio cometido en esta “nobleza constructiva y de gran calidad de espacio insólitas en la arquitectura industrial”. De momento, las primeras visitas se han quedado sin conocer “la labor que los arquitectos, arqueólogos y restauradores están haciendo en su protección y conservación”, como destacaba el Ministerio de Cultura. La idea no es mala, tampoco veamos el lado oscuro de la vida, demos tiempo al tiempo.
© Carlos Vega Zapico, Valle del Turón, 28 de julio de 2.014