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Así pasó el último verano

Entre la apuesta novedosa del Economato y el éxito de las envidiables instalaciones de la piscina turonesa, buque insignia de Mejoras del Valle y gran atractivo veraniego, un incipiente flujo turístico apunta en el valle. Mirada sorprendida y escucha interesada para nuestros emplazamientos mineros de Espinos y Santa Bárbara que abren nuevas y esperanzadoras perspectivas. Un traveling circunstancial de nuestro fiel colaborador Carlos Vega Zapico.

 

Recuerdos al atardecer

 

Carlos Vega Zapico

 

 

Así pasó el último verano

 

Poco a poco se nos pasó el segundo verano marcado por la pandemia. Con mascarillas, restricciones y sin plena libertad para poder ir y venir a donde nos hubiese deseado estar con familiares y amigos aunque, a decir verdad, tampoco el tiempo en lo meteorológico quiso acompañarnos del todo. Pero bueno, ya se sabe, estamos en Asturias. Y en ese tiempo de veraniego hubo noticias un tanto “especiales”  y novedosas en el diario acontecer del Valle.

Así, abrió sus puertas, después de un par de meses de obra, un nuevo “Economato” del que ya se habló en esta página. Una instalación acorde con los tiempos y que mereció el visto bueno de una inmensa mayoría de los turoneses. Ya se sabe que “en este valle de lágrimas” siembre hay quien encuentra alguna excusa para no estar de acuerdo “con algo”. Lástima y vergüenza el entorno de ese río que se escucha, pero no se ve. Habrá que seguir predicando en el desierto municipal, autonómico, estatal y si me apuran europeo, que tampoco estaría demás que nos cayese algo de la “pedrea” millonaria de ese tan rimbombante Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. Pero, dejemos el río para otro momento y subamos a Villabazal donde en el lugar donde se levantaba la “Casa Convento” -ignoro de dónde le vino ese nombre- se hizo un aparcamiento para media docena de coches y se levantó un pequeño “mirador” con las piedras fechadas de la casa derruida. De momento, todo resplandeciente y pintado de blanco, queda precioso si no fuera -desgraciadamente, volvemos al entorno de las cosas- aquellas ruinas que lo circundan.  Y, ya metidos en obras y aprovechando la circunstancia me extraña no hayan instalado un punto de recarga de coches eléctricos como piensa hacerse en san Andrés. Así me gusta, que nuestro Ayuntamiento apueste  por el vehículo eléctrico y nadie pueda tener disculpa para no cargarlos y/o decir que “aquí no se hace nada”. ¡Cuánto me gustaría saber el número de vehículos que lo usarán!.

Entre col y col, las piscinas de la Asociación Turonesa para la Mejora del Valle, funcionó a pleno rendimiento. Ya digo que con los tiempos económicos que corren la Juna Directiva que actualmente la gestiona, desarrolla una labor encomiable. Por cierto, agradecer, a quien corresponda, la colocación de los dos semáforos que permiten a los peatones cruzar la AS-337. Muy bonitos, pintados de verde como mandan las normativas y super, super decorativos, la pena es que no funcionasen la inmensa mayoría de los días veraniegos. Lástima que, desgraciadamente, la labor de “Mejoras”  solo se quede en eso, en la piscina. Ahí habría, entonces, que entonar, todos, el “mea culpa” de lo que en realidad hacemos o nos dejan hacer por el Valle.

Parece que fue ayer y ya han pasado nada menos que 54 años de aquel fatídico día de agosto en que en Santo Tomás explotó el grisú y produjo 14 muertos. En esta edición no había invitación oficial ni acto en que apareciesen las fuerzas vivas a las que tanto les gusta este tipo de acontecimientos y hubo que contentarse con un ramillete de flores del entorno y un simple pero sincero recuerdo. Ya lo dijo hace mucho tiempo el poeta. ¡Qué tristes se quedan los muertos!.

Como tiempo es lo que, a uno le sobra, lo hubo para dar algún que otro paseo por la Senda Verde, dicho sea de paso, cada vez más verde y menos senda, subir a San Justo y a Polio y admirar nuestro Valle desde lo alto de Tres Concejos en un día despejado y absoluta visibilidad. Si además uno lleva buen compañía puede resultar ideal la mañana montañera. Bueno sería que todos hiciésemos el esfuerzo de conocer nuestro propio territorio del que tanto se presume como se desconoce. Qué lejos quedan aquellos años en que el Monumento al Minero era el emblema del Valle. Aquella Mina Imagen y los mineros unidos en la cima son, para el visitante, el resumen de la realidad que vivimos en la actualidad: “que pena, todo está abandonado”, decían unos madrileños enamorados del paisaje del que disfrutaban.

Dejo para el final, sin que haya razón alguna para hacerlo en este lugar, algunas experiencias que me han resultado interesantes y pediría tuviesen continuidad, incluso poder de mayor convocatoria sin llegar a caer en el cansancio. Me refiero, por una parte a las visitas guiadas, concretamente al Pozo Santa Bárbara. De la mano de María Fernanda, quizás la persona que más conoce de nuestro pasado minero y de la que uno siempre aprende algo nuevo, lo que algún día habrá que agradecerle públicamente. Allí había gentes vascas, riojanas y hasta algún turonés afincado en Madrid. Todos quedamos encantados con la visita efectuada a la parte exterior de esta instalación minera que parece tiene pensado volar muy alto, a finales del mes de agosto por lo que prometo repetirla tan pronto tenga ocasión.

Por otra parte, resultó novedosa la utilización del Pozo Espinos para dos actividades tan dispares como la Cita Gastronómica o el concierto ofrecido por la OSPA. El amigo Marcos Cienfuegos hizo las delicias de los comensales asistentes en un trabajo impresionante y el también turonés David Fernández hizo de manera magistral de auténtico maestro de ceremonias. Y todo un auténtico lujo el escuchar en el mismo lugar, bajo el viejo castillete a la orquesta de cuerdas de la Sinfónica de Asturias. Sin duda, nuevas experiencias que pueden repetirse y en las que, sinceramente, espero más presencia turonesa. Novedoso también ese cine al aire libre que me recordó aquellos años ya lejanos en que, de vez en cuando, asistíamos a alguna sesión en Los Cuarteles. En aquella ocasión había que llevar “el banquín”, ahora el escenario resulta perfecto en el entorno del Ateneo. Y hasta un numeroso grupo visitó el exterior del antiguo colegio de La Salle y nuestro cementerio dentro de la ruta de la Revolución de Octubre del 34 como parte importante de los sucesos ocurridos, en aquellas fechas, en el municipio de Mieres.

Ya veis con que poco nos conformamos los turoneses para sentirnos “un poco” contentos. Unos suaves latidos del corazón local y  ya nos sentimos reconfortados. Si, ya lo sé, estas pequeñas o grandes novedades deberían ser el postre a ese menú que El Valle del Río Turón viene demandando desde hace años y que darían un nuevo aire a la zona. Entiéndase la reparación integral de la carretera -que ya era compromiso adquirido en 2019-; la limpieza de los márgenes del río Turón, el derribo de aquellos edificios que están en estado de ruina -comenzarán de manera inminente, se dijo en 2020- y así tantas y tantas pequeñas-grandes cosas que deberían haberse terminado y todavía se desconoce la fecha de inicio.

Lo cierto es que, pasado el verano, iniciamos septiembre con una exposición fotográfica sobre tema minero en el Ateneo turonés, obra de Eduardo Urdangaray, entre otras cosas creador y responsable del Archivo Histórico Minero,  reconocido fotoperiodista y amigo. Nos preparamos para nuestras fiestas patronales a celebrar con las novedades que las autoridades sanitarias imponen y que, sin duda, traen de cabeza a los miembros de Sotufe para ajustar la oferta al gusto de los turoneses… pero, eso serán temas a tratar más adelante.  A cuidarse, que es lo que toca y a disfrutar de unos días de merecida celebración festiva.

© Carlos Vega Zapico,  Turón, 31 de agosto de 2021