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El Economato apuesta por Turón

¡ El “Conomato” ! Una historia amalgamada con nuestro relato socio-económico. Los recuerdos, transmitidos a lo largo de varias generaciones, podrían completar y personalizar, añadiendo nuestras propias vivencias a la crónica de nuestro colaborador Carlos Vega Zapico. Una retahíla de detalles, no siempre agradables, que pueblan nuestras mentes y que ocuparían tantos libros como libretas rellenaron los apuntadores. Una narración que, lejos de acabar, vuelve a empezar este 15 de julio de 2021. Cabe recordarla con palabras agradecidas. ¿Será ésta una apuesta recíproca?

 

Recuerdos a media tarde

Carlos Vega Zapico

 

EL ECONOMATO APUESTA POR TURÓN

 

Al amparo de la legislación vigente, la Sociedad Anónima Hulleras del Turón, empresa constituida en Bilbao el 20 de abril de 1890, creaba su primer economato en Turón en el año 1894. Los economatos no eran más que unas tiendas propiedad de las propias empresas donde las amas de casa y mujeres de los obreros podían comprar de manera controlada a un precio inferior que el resto del comercio local. Esto vino a suponer uno de los “servicios sociales” más importantes de la empresa minera. Por aquello de economizar letras era conocido popularmente como “conomato” y eran obligatorios en empresas de más 500 trabajadores, llegando Hulleras a contar con siete de estos establecimientos situados en La Cuadriella, San Francisco, Rebaldana, La Vegona, Figaredo, Mieres y Piñeres.

El primero de los citados estaba situado en La Cuadriella frente a lo que era conocido como Plaza de la madera, en plena vorágine de vías por las que salía el carbón y llegaban los alimentos a granel, que con posterioridad eran enviados al resto de las instalaciones comerciales de la sociedad minera, El segundo se encontraba frente a las últimas viviendas de lo que conocíamos como “cera l´ante” en los viejos y populares Cuarteles de San Francisco. Fueron los que conocí cuando acompañaba a mi madre. Ambos tenían en su interior, forma de “U” estando en los laterales las taquillas en las que “los apuntadores” dejaban reflejados, en una libreta, los artículos que el productor consumía, así como el precio individual de cada uno de ellos y el total a pagar o a adelantar de los famosos “anticipos”. La parte central, servía de mostrador para despachar los artículos solicitados. A ambos lados del gran mostrador había unos surtidores, a manivela, para envasar el aceite. Dando la espalda al mostrador una enorme estantería de madera servía para almacenar los productos existentes. Eran tan populares y necesarios los economatos, que en Hulleras del Turón llegaron a contar con moneda propia interna, con distintos valores monetarios. Era toda una odisea ver aquellas mujeres cargadas con una enorme cesta en la cabeza y otra en cada mano camino de casa cuando volvían del “conomato”. Y qué decir de las que vivían en la parte alta del valle como La Ceposa, La Pruvía, Misiego… Siempre perdurará en mi memoria mi güela María camino de La Pruvía por aquellos embarrados caminos Torones arriba. Una verdadera esclavitud.

Los trabajadores, con su mandilón azul, eran todos miembros de la misma familia laboral conocidos como “los del conomato”. Hombres y mujeres apuntaban y despachaban desde temprana hora hasta las dos de la tarde. Luego, dejarlo todo dispuesto para la jornada siguiente.

Cuántas historias podrían contarnos Luisina, Manolito Huerta, Toñina, Emilio, Valentín, Azucena…por citar sólo algunos de ellos con mi recuerdo hacia todos los que trabajaron en aquellos populares despachos de los que sabemos que, además, daban beneficios puesto que como nos contaba Marcelino Diez Alonso en su Turón Patria Querida del año 68 “con las ganancias del economato del año pasado (800.000 pesetas), 514 niños y niñas hijos de productores y pensionistas de hulleras del Turón, veranearon en Potes, Ribadesella y Posada de Llanes”. ¡Qué recuerdos aquellos!

Pero el tiempo pasa sin apenas darnos cuenta y con la entrada de Hulleras del Turón en Hunosa en 1968, estas instalaciones fueron desapareciendo y fue la nueva empresa minera la que decidió centralizar todo el valle en una nueva instalación a construir en los terrenos que con anterioridad habían sido sede del Ateneo y del Cine Fideflor, situado a la entrada del tradicional barrio de San Francisco. Instalación que fue inaugurada el 3 de diciembre de 1973 con motivo de la festividad de la patrona minera Santa Bárbara.

A decir de las propias mujeres de la época “aquello era otra cosa”. De mano, desaparecía la palabra “Economato” que era sustituida por “Supermercado”. Toda una renovación lingüística. La obra, que contó con un presupuesto de veinte millones de pesetas contaba, según la prensa del día, con “dos plantas, la primera dedicada a la alimentación y la segunda dedicada a los tejidos, paquetería y calzado”.

Ya no hacía falta madrugar para apuntar en la famosa libreta los artículos que se deseaban despachar. Uno cogía los productos, los depositaba en un carro y pagaba a la salida. Toda una novedad y, por si esto no fuera suficiente, contaba con pescadería y carnicería como parte del servicio que poco a poco dejó de ser exclusivo de los trabajadores de la empresa abriéndose al público en general y así funcionó hasta nuestros días. El cambio era notable a primera vista. Entre otras cosas, desaparecieron los azules mandilones de los dependientes que pasaron a ser blancos y la luz, tan escasa en los primeros economatos entraba a raudales a través de los grandes ventanales de cristal con que contaba la nueva instalación

Pero, un buen día Hunosa decide desprenderse de los supermercados que todavía quedaban en las cuencas mineras -14 en total- incluido el de Turón y las movilizaciones sociales no se hicieron esperar. Se entendía como una pérdida de las conquistas sociales que no se estaban dispuestas a perder. La gestión de los establecimientos ya estaba en manos de la empresa Lacera y la Fundación Santa Bárbara y ahora Hunosa pretendía deshacerse de estos establecimientos con el objetivo de “reducir el déficit”. Estaba claro que había que volver a la lucha para no perder derechos adquiridos por los trabajadores y seguir manteniendo, al menos, los puestos de trabajo. Si bien en principio fueron cuatro las empresas que mostraron interés por hacerse con estos establecimientos fue la matriz El Arco quien constituyó una nueva empresa con el nombre “El Economato” y a primeros de agosto de 2017 abría bajo su tutela aquellos establecimientos hasta la fecha propiedad de la empresa minera Hunosa. Los economatos dependiendo de una empresa minera pasaba a formar parte de la Historia.

La empresa langreana parece estar dispuesta a mantener vivo el espíritu surgido en las Cuencas, aunque eso sí, con un toque de modernidad. Y a fe que lo consiguió con las nuevas instalaciones de Turón, rehabilitando el viejo edificio a punto de cumplir su medio siglo de existencia y convirtiéndolo en un moderno centro de diseño y comercio al servicio de todo el Valle con nuevos servicios y del que se dice supuso una inversión de nada menos que un millón de euros. Sea pues bienvenida al Valle en el que ya somos conocedores de su desinteresada colaboración a nivel asociativo. ¡Quién nos iba a decir hace algunos años que se convertiría en la mayor empresa, en volumen de trabajadores, de todo un valle dedicado al carbón!.  Por cierto, todo un guiño esa fachada a nuestro más reciente pasado que le hubiese encantado ver a nuestro recordado Manolito Baquero así como ese rótulo “Valle de Turón” que deberíamos ir unificando como muestra de nuestra unidad geográfica y en defensa de la propia existencia.

Para la Historia local quedará marcada la fecha del 15 de julio de 2021 como el día en que, de nuevo, abrió sus puertas el viejo “conomato”, del siglo XIX aunque eso sí, adaptado al XXI del que ya estamos en puertas de su primer cuarto.

© Carlos Vega Zapico,  Turón, julio de 2021

 

 

Pero, -siempre hay un pero-, el esfuerzo realizado se vería infinitamente recompensado si Hidrográfica, Ayuntamiento o quien sea responsable de tal menester, hiciesen una limpieza del entorno. De ese río que más que verlo se adivina, de aquellas espantosas ruinas que la maleza va cubriendo desde hace años. Tanto como se nos pide a los ciudadanos comiencen por hacerlo las propias administraciones. No me parece tanto pedir. ¿O sí?.