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¡Felices años veinte!

Carlos Vega no suele fallar. Las fechas son lo que son, en ocasiones mero recordatorio, muchas veces rutina, pero también momentos para estar, hacer balances, comparar, echar de menos, disfrutar y agradecer la labor incansable que, a pesar del horizonte poco halagüeño, realizan unos colectivos reducidos pero trabajadores. Esfuerzos desproporcionados, cada vez más, para mantener tradiciones y dar vida al valle. Los Reyes siguen pasando por Turón y Carlos no podía faltar para volver a verlos, con mirada y recuerdos de niño, y pedirles, con corazón y mente de quien sufre por el devenir del valle, algo tan esencial como una mejor calidad de vida para el pueblo y sus paisanos. Una carta a los Magos con 3495 firmas.

 

Entre Polio y Cutrifera

Carlos Vega Zapico

 

¡Felices años veinte!

 

Ya ves, parece que fue ayer cuando no había otro tema del que hablar. Que si el siglo XXI entraba en el año 2000, que si en el 2001.Y casi sin darnos cuenta ya estamos inmersos en el inicio de la década de los 20. ¡Cómo pasa el tiempo!. Casi al mismo ritmo que el Valle se va quedando despoblado puesto que iniciábamos el siglo con 5.204 habitantes  y concluimos el 2019 por debajo de los cuatro mil, para ser exactos 3.495 vecinos. De seguir a esta velocidad  -1.709 habitantes en veinte años-  pasaremos a engrosar la lista de pueblos que forman la denominada “Historia del Pasado”. Claro que,  la vista de las inversiones realizadas en este Valle -paradigma de la reconversión industrial- no es de extrañar esa debacle poblacional. Durante esos días “navideños” fui testigo de cómo se ¡rebacheaba? Nuestra única vía de entrada y salida y tanta fue mi perplejidad y la de mi acompañante, en aquel momento que no puedo por menos que compartir con quien tenga a bien leer estas líneas. Cinco obreros rodeaban un camión con asfalto a la altura de Minas de Figaredo -donde algunos de los baches eran de considerable dimensiones-; uno de ellos, llenó su pala de material que arrojó sobre el socavón, para que otro de los trabajadores lo machacara con uno de sus pies, acto que repitió no más de cuatro veces según pudimos contar. Una vez realizada la operación, un tercer trabajador trató de aplastar el material con la parte plana de su pala mientras los dos restantes obreros de la brigada contemplaban cuanto queda descrito. Lástima no haber podido grabar la escena que resultaría mucho más descriptiva y realista que cuanto acabo de decir. El camión, ante nuestro asombro emprendió la marcha unos metros para volver a repetir la operación con otro de los numerosos baches de la zona. ¡Así, así se hacen las cosas!. Quiero pensar que esta operación descrita,  formaría parte de las promesas ofrecidas a las justas peticiones de las asociaciones turonesas ante la reivindicación del abandono en que se encuentra aquel “Valle del Carbón” del que ya nadie se acuerda.

Por lo demás, el ritmo de vida diaria prosigue en su cotidianidad en espera de esas celebraciones cada vez menos familiares y más llenas de recuerdos con el paso de los años en unos tiempos en que el tiempo en sí parece volar a velocidades vertiginosas. Hubo alumbrado navideño -cada vez más escaso por aquello de la crisis de la que perece nunca saldremos-, ¡pero la hubo!, gracias, como siempre, a los esfuerzos de una minoría -cada vez más minoritaria, valga la redundancia- que trabaja para que otra mayoría tenga tema para criticar. Y así, con más pena que gloria estrenamos el “veinte veinte” con unas temperaturas bajo cero que nos hacían recordar que estábamos en fechas donde éstas eran lo más natural.

Y llegó, sin duda, el día más esperado de estos festejos: ¡Los Reyes!, donde por nuestra Sexta Avenida desfilaron cuatro preciosas carrozas acompañadas por -creo que menos figurantes que en años anteriores-. Buen trabajo de Sotufe para disfrute de niños y mayores que pudieron deleitarse a lo largo de todo el recorrido. Lástima tanta buena obra para ir vacías mientras a los “pastorcitos” se les confundió con las “ovejitas” y se les metió amontonados en un pequeño  carro. Hay que cuidar esos detalles, sobre todo cuando los verdaderos protagonistas deben ser los niños puesto que son recuerdos que nunca se olvidan y permanecen siembre en nuestras mentes. Bien la recepción y el detalle que se tuvo con todos los asistentes.

Aprovechando que aún, pese a la tardanza, alguno “pajes”, recogían las cartas destinadas a Sus Majestades quise -bendita inocencia- introducir mis peticiones en el Buzón Real, por si algún día me los encuentro en otras circunstancias poder  preguntarles ¿qué fue de lo mío? Y he aquí algunas de las cosas que mi atrevimiento me permitió pedirles cual infantil criatura que aún disfruta de los inocentes sueños:

“Puesto que deseamos seguir viéndoos en años sucesivos ,os pido un capa de asfalto que cubra nuestra carretera, única vía por la que entráis y salís aunque sea una solo vez al año, imaginaos Majestades lo que esto supone para  aquellos  turoneses que en varias ocasiones al día tienen que transitar por esta auténtica “Vía Dolorosa”.

“Que nuestro río, que dio nombre al Valle y al que con tanta frecuencia le volvemos la espalda, sea limpiado de cuanta maleza y otras lindezas cubren su cauce antes de que pueda producirse alguna desagradable circunstancia que haya que lamentar”.

“Al igual que Vuestras Majestades  -y mis sinceras disculpas por recordároslo-  los habitantes del Valle del Turón van  envejeciendo, lo que apunta a convertir este territorio en una auténtica “reserva”. Necesitamos de manera imperiosa una residencia-geriátrico  -o como se de en llamar en cada momento-  donde nuestros mayores -nosotros aunque nos cueste, seguimos ese camino-  puedan pasar sus últimos años recibiendo vuestra visita sin que tengamos que sacarles del entorno de toda su vida. Mientras esto sucede, contemplamos como el magnífico edificio de las antiguas oficinas de La Cuadriella son saqueadas y destrozadas  sin que se haga nada por evitarlo. El edificio, soleado, con abundante aparcamiento, con zona de paseo sin ningún tipo de dificultad y excelentemente comunicado, se cae con la excusa de quién debe abordar el tema. Otra vez aquello de los galgos y los podencos mientras las humedades van apoderándose del edificio y como solución se opta por una limpieza de los canalones. Sé que el tema no es fácil pero, por favor, ir pensando en ello porque de lo contrario pocos, muy pocos serán lo que puedan acudir a recibiros en años sucesivos”.

“Sin duda, Majestades, habría mucho más que pediros, dados los años de manifiesto abandono, pero somos los turoneses conscientes  -como siempre lo fuimos-  que aquellos “fondos mineros” que deberían llegar a las zonas descarbonizadas deben ser repartidos, de manera justa y equitativa, por lo que tan solo nos conformaríamos con algunas de las necesidades que consideramos más necesarias e inminentes.”

Al día siguiente, con una mañana fría pero soleada, había que dar buena cuenta de ese Roscón de Reyes que Julín y su dulce equipo, sin duda las personas más dulces del Valle, nos ofrecen como una de las tradiciones a conservar  y esperar a que ya pasado el medio día, se avistase algún niño con patinete electrónico en nuestro parque. No hay duda que los tiempos han cambiado. De los primeros días de cada año, me quedan en la memoria aquellos viejos refranes llenos de sabiduría popular: “De los santos de enero, San Sebastián el primero; detente varón, que primero es San Antón; detente tú bruto que primero es San Canuto; hombre, mira lo que dices, que primero es San Felices y, si vamos a las leyes, antes se celebran los Reyes”. Todo un repaso a los primeros días del nuevo santoral. Concluye las fiestas navideñas que no las Pascuas con aquello de: “A la luna de enero te he comparado, que no hay luna más clara en todo el año”. Nos vemos en Carcarosa para celebrar san Antón como primera fiesta de nuestro Valle.

Que el nuevo año os sea favorable a todos mientras vea como se cumplen todos vuestros deseos.

 

© Carlos Vega Zapico,  Valle del Turón, enero de 2020