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¡Que cada palo aguante su vela!

El título puede sonar a polémica, a reproche, a ironía… Si recordamos su etimología es la necesaria realidad marinera : cada palo sostiene su vela. Parece obvio pues, por extensión idiomática, que cada uno deba asumir su responsabilidad frente a algún acto realizado o no, sin escudarse o culpar a otro. Carlos Vega habla de nuestro valle con una claridad que no admite tapujos. Nuestra responsabilidad es colectiva pero sobre todo individual.

Entre Polio y Cutrifera

Carlos Vega Zapico

 

¡Que cada palo aguante su vela!

 

Un buen día de hace ya algunos años, decidí bajo el título “Entre Polio y Cutrifera”, escribir en un semanario de “las cuencas” sobre algunos de los temas que llamaban mi atención en el cotidiano deambular por “mi” Valle situado entre estas dos emblemáticas cumbres. Tiempo después repetí la experiencia en esta página en la que ahora te encuentras.

Pronto llegaron algunos parabienes y demasiadas críticas a cuanto contaba en letra impresa. No me cayó de sorpresa, lo esperaba. A los primeros, les comentaba  -y lo sigo haciendo-  que cuanto escribo es mi visión personal de una realidad que a nadie más que a mí representa por mucho que algunos suscriben lo escrito. A los segundos, les respondí siempre de la misma manera: “usa el mismo conducto para rebatirme cuanto digo, al menos expresa tu opinión”. ¡Oh sorpresa!. Nadie públicamente rebatió mis escritos, por mucho que en la sombra se esforzaron en hacerlo. Mostré, abiertamente mi opinión sobre el gamberrismo que deshacía las placas del primero de San José; sobre el mal estado en que se encontraba nuestra iglesia de San Martín; sobre la necesidad de, al menos, adecentar el antiguo colegio La Salle  -parece que fue ayer y lleva una década cerrado y al amparo del que quiera llevarse algo de él-  que mejor hubiese servido para reunificar los dos centros escolares existentes; sobre el engaño del nuevo ambulatorio… hasta dediqué algunas líneas a personas que, por desgracia, ya no se encuentran entre nosotros, que algunos tampoco entendieron.

Reiteré en algunas de mis apreciaciones que en mayor o menor grado los turoneses también éramos culpables de las situaciones sobre las que escribía. Tampoco fue del agrado de muchos. Era  - y sigue siendo-  más fácil culpar a otros de las situaciones que se viven y no hacer una autocrítica de nuestra realidad cotidiana. Y así nos luce el pelo, al igual que se cuenta de la avestruz, resulta más fácil seguir recordando “los cinco cines que tuvimos, aquelles fiestes del Cristo y los veinte mil habitantes que vivían en Turón”. No me parece mal recordar nuestro propio pasado pero sin olvidar que aquí y ahora se vive una situación tan distinta que por mucho que trate de ignorarse, nos devora un poco cada día para ir dejándonos en el más absoluto de los olvidos y abandonos. Intentos hubo para analizar la crisis y los cierres que paulatinamente fueron acabando uno a uno con todas las instalaciones mineras de nuestro Valle. Hay que ser sinceros y decir que todas ellas fueron dinamitadas por fuerzas políticas que nos ofrecieron “el oro” y no fueron capaces de traernos ni “al moro”.

Llegan entonces algunos de los turoneses que viven “allende Figaredo” y que parece añoran tanto el Valle que les vio nacer que solo se les ocurre decirte aquello de: “qué mal está ésto, Turón ta muerto, con lo güapo que ye”, aunque luego por esas llamadas “redes sociales” escriben su historia de amor con esta tierra hasta el punto de parecer los verdaderos salvadores del desierto. ¡Qué pena!. Llegan, comen y… ¡hasta la próxima!. Tienen que irse de tanta tristeza como sienten por su pueblo.

Mientras tanto, los que aquí pasamos los días, las semanas, los meses y los años, seguimos intentando que el resto de convecinos despierte, se una y luche por lo que, en justicia, nos pertenece, porque nadie vendrá a regalarnos nada por muchas falsas promesas que se nos hagan con cierta asiduidad.

De vergüenza me atrevo a calificar la escasa asistencia de turoneses en la mañana del 4 de diciembre  para honrar a nuestros fallecidos en accidente de mina en el Valle. Permítaseme ser optimista y cifrar el número en medio centenar cundo los nombres que allí constan triplican y hacen bueno aquello que una y otra vez me decía mi güela: “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”. Lástima que quienes dieron su vida reciban a cambio la callada por respuesta. No me sirven disculpas. El día era excelente y la temperatura de lo más agradable. A la memoria acuden los recuerdos de aquel 24 de marzo de 2006 -tan solo han pasado diez años- en que tantas manos se esforzaban por abrazar al entonces presidente del Principado que acudía -en olor de multitud- a la inauguración del espacio. Eran momentos en que todos estaban orgullosos de tener el nombre de algún familiar inscrito en las placas. ¡Cómo cambian los tiempos!. Y una vez más, que razón tenía el poeta: “ Dios mío, que solos se quedan los muertos”. Tampoco fue significativa la asistencia a los distintos actos programados dentro de la X Semana Cultural Santa Bárbara. Más bien habría que decir que escasísima. Ni tonada, ni proyecciones nicharlas. El salón prácticamente vacío. Claro está que cuando dejen de hacerse este tipo de actividades será cuando surjan las críticas chigrescas: “aquí nun se haz ná”,¡ye una vergüenza”…

De vergüenza me sigo atreviendo a calificar, desde hace ya tiempo, el estado de los accesos al ambulatorio de la Cuadriella mientras el gobierno del Principado de Asturias, nuestro gobierno, se “digna” dejarnos en el olvido a la vista de los nuevos presupuestos que se manejan. Pero, que nadie se preocupe, si algún día vemos hacerse realidad esa necesidad, no faltarán los políticos de turno que acudan para explicarnos que gracias a ellos “se hizo justicia en una de las peticiones más solicitadas por los vecinos de este carismático Valle, paradigma de la reconversión industrial”. Y se marcharán tan tranquilos entre los aplausos del olvidadizo vecindario que sigue esperando que unos pocos resuelvan los problemas de todos. Dependiendo del signo, siempre habrá alguien que sintiéndose portavoz de lo indefendible y correveidile de la mediocridad te espete: “¿qué creías que no se iba a hacer?, ahí lo tienes!. A ver qué dices ahora”

Claro que, como ahora, con los nuevos tiempos, somos tan delicados, todo nos molesta. Que se tiren voladores por Santa Bárbara  -una mañana en 365 días-, el ruido de los coches del Rally  -un par de horas de una tarde al año-, que pongan el ferial de Cristo aquí o allí, que se tiren caramelos durante la cabalgata de Reyes… Ya lo decía Agua Viva: “no hay derecho que no dejen a las majas llevar flores en el pecho”. Así que, visto lo visto y oído más de lo que uno quisiera y debiera, propongo a las autoridades asociativas locales un acuerdo  -eso sí que es pedir un imposible- para hacer lunes, miércoles y viernes días de referéndum pueblerino para todas esas cosas de gran transcendencia para el futuro de nuestro Valle. Y ya puestos, tengo el atrevimiento de pedir para la primera consulta el colocar moqueta en La Veguina y cubrirla los días de lluvia, para que no se estropee. Puestos a pedir, que no quede. Eso sí, si alguien tiene una propuesta que pudiera resultar más interesante no tengo problema en posponer la mía. Hubo un tiempo en que “alguien” proponía comer un poco al pico Cutiellos para que entrase primero el sol en invierno. Y no es broma.

Durante unos días Turón “golió a pote” en esas Jornadas Gastronómicas que, de la mano de So.Tu.Fe., llenó los establecimientos hosteleros del Valle y que esperemos el año próximo pueda gozar de esa distinción de “Fiesta de Interés Turística” que nuestro Ayuntamiento ha solicitado para ella. Ahora, esperar a que llegue el alumbrado navideño para “dar a retorcer” y que los Reyes Magos sean lo suficientemente generosos para afrontar el nuevo año sin nuevos asaltos de los vándalos en el campo La Bárzana. La reiteración de los robos del cableado trae de cabeza a la trabajadora Junta Directiva y no es para menos. Vaya desde estas líneas mi apoyo, al menos moral.  ¡Al Cesar lo que es del Cesar!.

Mientras esto ocurría en el diario acontecer de nuestro Valle, al que aun no ha llegado el invierno y la abundante arboleda luce esos típicos colores otoñales, un diario de tirada nacional con sede en la capital del reino, publicaba sus “Ocho iconos inolvidables en el patrimonio industrial de Asturias”. Dentro de ese “patrimonio industrial que podría contemplarse como un cuadro de nuestra historia de los dos últimos siglos” aparecía en primer lugar el “Valle del Turón (Mieres) que ha sido desde finales del siglo XIX (Hulleras del Turón inició sus trabajos en el valle en 1890) hasta la última década del XX, uno de los referentes socioeconómicos de la cuenca minera asturiana”.

Publicidad exterior no nos falta. Lástima que los periódicos de nuestra comunidad nos tengan, con demasiada frecuencia, en el olvido. Ahora habría que conocer la opinión del visitante a cerca de los servicios que somos capaces de ofrecerle.

© Carlos Vega Zapico, Valle del Turón, diciembre de 2016