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El paso del tiempo

Recuerdos al atardecer

 

 

Carlos Vega Zapico

 

 

El paso del tiempo

 

Parece que fue ayer cuando en pleno invierno apurábamos las últimas gotas de cava para despedir el año y, casi sin darnos cuenta, estamos en plena estación primaveral disfrutando de esa Semana Santa cada vez menos semana y sobre todo menos Santa con respecto a lo que conocimos en tiempos de infancia y juventud.

Vuelvo a la cita después de haber recorrido parte de esa “España mía, esa España nuestra” en la que me he encontrado con muchos “Turones” que han sufrido importantes crisis económicas y poblacionales, pero que han sabido levantarse y tratar de recuperarse gracias a la imaginación y al trabajo conjunto de su cada vez menguada población. Uno siempre aprende de las experiencias ajenas aunque otro cantar sea el tratar de llevarlas a la práctica. Pero bueno, ese es otro cantar y nuestra asignatura pendiente.

El Valle, prosigue en ese camino de derrotismo cansino al que estamos acostumbrados y del que, en no muchas ocasiones, despierta con el recuerdo del pasado y la melancolía de los del “mi turonín del alma” que nos animan a seguir en la brecha aunque sólo sea por no vernos morir a nosotros mismos. Esa ilusión que SS.MM. los Reyes Magos tratan de infundirnos en el inicio de cada año y que poco a poco se nos va acabando con el transcurso de los días, a la vista de los cotidianos acontecimientos.

En este primer trimestre del año 2024 pasó por el Pozu Santa Bárbara el ministro de Cultura, Ernest Urtusun, que anunció la inversión de más de un millón de euros en el entorno de las instalaciones mineras de la Rebaldana hoy “reconvertidas en espacio cultural”. Quiero suponer que esas inversiones sumadas a las iniciativas de convertir el pozu San José  -aquel del que se dijo “será el revulsivo cultural que Turón necesita para dinamizar el Valle”- y esas dos pistas de “tierra batida” a construir en la “Ciudad de Tenis”, proyecto rechazado  en el verano de 2022 por parte de las empresas interesadas y que ahora contará con un presupuesto incrementado de algo más de 454 mil euros a casi 700 mil euros, vendrán a cambiar el desolador panorama turonés. Las instalaciones de la Ciudad del tenis de Turón están gestionadas por el “Club de Tenis Mieres del Camín”. Miro, remiro y vuelvo a mirar fotos y más fotos y ¡oh casualidad! En ninguna de ellas me encuentro con ninguna cara conocida del Valle del que lleva el nombre. ¡será casualidad!. Pero, me llama poderosamente la atención que en la calle, en la que suelo pasar bastantes horas al día, el turonés desconoce, de primera mano, todo esos entramados que se cocinan fuera y al que es totalmente ajeno, enterándose por la prensa y dando a ello diversas interpretaciones según su saber, poco, y entender, menos.

Mientras estos “proyectos de futuro” se cuecen sin que los turoneses tengamos arte ni parte, fuera de nuestro territorio, se observa cada vez más, desgraciadamente, como nuestros mayores se ven obligados a abandonar su propio entorno en busca de una residencia donde recuperarse  temporalmente o pasar sus últimos días alejados del “terruño” en el que siempre vivieron y del que les cuesta y les duele separarse. No es exagerado decir que decenas y decenas de personas aferradas al Valle se encuentran, hoy, en esta situación mientras instituciones de toda índole se vuelcan en un “futuro” mientras olvidan “un pasado” con nombres propios. Con cierta tristeza y desengaño se observa cómo se van deteriorando ciertos edificios hasta que, con el paso del tiempo, serán demolidos “por su estado ruinoso”. No sé si esa realidad de la que se habla “a nivel de calle” es “utopía turonesa” o “ceguera política” de aquellos que tanto nos prometieron y tan poco nos dieron cuando lo necesitamos. Para muestra del estado de nuestro patrimonio basta visitar el estado en que se encuentran los antiguos lavaderos de Repipe, totalmente restaurados no hace tantos años o los antiguos aparcamientos para las bicicletas que usaban nuestros abuelos para venir a trabajar y que duermen en el más profundo de los abandonas frente al Pozu San José y que ahora -lo que es la vida- los que quería tirarlas piden su restauración. En el más sencillo de los abandonos.  Claro que, ¿de qué nos quejamos nosotros?. Desde 2006 viendo como se desmoronaba la Ciudad Residencial de Perlora de la que tantos turoneses disfrutaron para llegar a 2024, comprobar el estado de ruina en que se encuentra y  tener que escuchar que “Perlora busca ser rentable y se abre a todo tipo de usos: desde turísticos a geriátrico”. Pero, que nadie del Valle se preocupe después de leer en un diario regional: “Finalizados los trabajos de limpieza en un tramo de 50 metros del río Turón que contaron con un presupuesto de 2.500 euros”. En fin, asociaciones hay en el Valle como para “dar y tomar” aunque no sé si la silla de la comodidad será la más utilizada.

Tuvimos Carnavales organizados por SoTuFe, nada menos que tres días y hasta una charanga local participó en distintas localidades asturianas, llevando el nombre de Turón hasta casi el Domingo de Ramos. Como cada año no faltó por La Veguina el popular Marañón, disfrazado y santo y seña de los carnavales turoneses y al que no estaría de más reconocerle su persistencia año tras año. Eso es “Turonismo” con mayúscula y sin duda, parte de nuestra Historia local y cotidiana que tanto se desconoce. Por cierto, se echaron en falta los populares “frixuelos” que no hace tantos años abundaban en los establecimientos de hostelería local. Se nota que vamos perdiendo las buenas costumbres. Esa Historia que en años no muy lejanos quiso reconocer la labor de nuestras abuelas con motivo del Día de la Mujer y que hemos visto desaparecer (1) al igual que aquellas Jornadas de Senderismo de Turón que nos permitieron departir con los grandes montañeros a nivel internacional. Como recuerdo los nombres de Sebastián Álvaro, Cesar Pérez de Tudela, Juanito Oiarzabal o Edurne Pasabán, por citar algunos de los que pasaron por nuestro Ateneo. De aquellos días de éxito queda una sencilla jornada de iniciación a la escalada en el polideportivo.

En fechas recientes todos nos preocupamos al ver  como a nuestro monte llegaba el fuego. Sé que hace algún tiempo las asociaciones locales denunciaron la situación en que podría encontrase el Valle ante un incendio descontrolado, al menos conozco la existencia de un escrito. No sé en que situación  se encontrarán las gestiones, pero siempre es mejor prevenir que lamentar ante una situación que podría resultar dramática. Por otra parte sigo denunciando que la mierda, así como suena, sigue cayendo directamente al río a la altura del puente de acceso a Santa Bárbara lo que en días de calor hace el paso por el lugar sencillamente intransitable mientas nuestras montañas se van llenado de variado colorido con la llegada del tiempo primaveral. Que si es responsabilidad de unos, que si son otros los que tienen que resolverlo que si… total, que los vecinos aguantan olores y ahora, por si fuera poco, abundancia de ratones.

Pero, como todo va cambiando con el paso del tiempo, hemos perdido aquella tradicional celebración del Día del Padre en el que, después de mucho esfuerzo y ayuda en la también desaparecida clase de Manualidades, entregábamos a nuestro progenitor, debidamente engalanado con papel de regalo, aquel cenicero que con tanto esfuerzo habíamos obtenido de una pastilla de jabón Chimbo o Lagarto. Nunca se usaría, pero durante un tiempo permanecería sobre la mesa, en lugar destacado y sobre él  siempre se daría la misma explicación con cierto orgullo: “Regalómelu el mi fiu del Día del Padre”. Tiempos hubo en que, en nuestro Valle, se obsequiaba a los padres con café, copa y “farias” en aquella Pista María Agustina que se quedaba pequeña para acoger a tantos y tantos padres en fecha tan especial. Qué tiempos aquellos en que, sin saberlo, éramos felices con la llegada del día 19 de marzo y la celebración del Día del Padre. Hoy, tan solo es una fecha más en el calendario comercial y del que oímos hablar cuando escuchamos la publicidad del cupón de la ONCE.

A finales del trimestre llegó la Semana Santa. Cada año que pasa más “semana” y menos “santa” Lástima que este año no pudo repetirse, en la iglesia de San Martín, el “conciertazo” ofrecido el año pasado por la Banda de Música de Mieres, bajo la dirección de Jesús Alberto Alonso y la colaboración de la turonesa Patricia Pariente que bajo el título de “Música de Pasión” nos dejó, a los asistentes con “ganas de más”. ¡Lástima!. Uno, recuerda a Luisa y a Mary Luz, en Vistalegre, tejiendo aquellas palmas con las que obsequiábamos a nuestros padrinos a partir del Domingo de Ramos, con artísticos y peculiares trenzados que hoy han pasado, como tantas otras cosas, al “baúl de los recuerdos”.  Comenzó la semana con la bendición y procesión de los ramos en la que volvimos a ver a los niños portando esa pequeña imagen de “La Borriquilla”. Creo que una vez al mes, por lo menos, habría que hacer un acto similar para ver esa iglesia de San Martín llena. ¡Así es la vida! amigo José Javier, tiempos de reconversión. Y, a partir de ahí, esa inquieta espera de los ahijados por los padrinos y la consabida “pegarata” por la que esperábamos todo el año. La novedad de la presente edición, estuvo en recuperar, por parte de párroco de la Unidad Pastoral de Turón, aquella tradición, desaparecida hace muchos años, de sacar en procesión al Cristo el día de Viernes Santo. Y otra vez los recuerdos de aquel encuentro entre Jesús y su Madre en el “Puente Nuevu” para seguir por separado y verse en la “cera l´ante” y escuchar al predicador, creo que solía ser el Padre Jacobo, que lo hacía desde el balcón de casa del desaparecido amigo Varela y/o de Miguel Serapio, que nunca tuve muy claro la separación de un simple tabique.. Claro que eran otros tiempos, pero no está de más recordar. La lluvia dejó de caer para que el Cristo pudiese desfilar como estaba previsto. Muchos años y muchos recuerdos que es de esperar pueda tener continuidad en años venideros y mi felicitación al párroco por su iniciativa.

© Carlos Vega Zapico,  Turón, domingo de resurrección de 2024

 
 

 

(1) Sirvan esta fecha para recordar la figura de María del  Carmen, Cecilia, Luisa, Joaquina, Aldecoa González. Quizás a muchos de quienes puedan leer estas líneas el nombre no les diga nada. Les diré que nació en La Cuadriella, aquí en Turón, un 10 de diciembre de 1897. Seguro que esto tampoco servirá para identificar a mi homenajeada. Decir entonces, que mi protagonista en día tan señalado fue la primera mujer científica contratada por el Instituto Español de Oceanografía, profesora de la Universidad Central de Madrid y parte importante en la defensa de los derechos de la mujer y la igualdad de derechos que formó parte de la Asociación de Mujeres Universitarias que presidía la mismísima Clara Campoamor. Y muchas cosas más que se puede decir de esta gran desconocida. Sí, sí, turonesa de nacimiento y una gran desconocida de nuestra propia Historia de quien seguiremos escribiendo.