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La noche de San Juan

Como el fuego de San Juan, los recuerdos de Araceli destellan en nuestras mentes donde se agolpan incombustibles las rememoraciones de nuestra propia infancia. Noche larga la del recuerdo.

La noche más corta
 


Toda España se prepara para celebrar la Noche de San Juan, la más corta del año, tanto en la costa como en el interior todo el mundo espera impaciente que el fuego arda.

Yo hace años que no acudo a esta ceremonia, lo hice siempre de pequeña, pero aquellos eran otros tiempos, la hoguera la hacían los chavales del pueblo, cogiendo troncos y ramas de aquí y allá, y el chocolate y los bizcochos los ponían los propios vecinos, en una xuntanza familiar, acogedora e íntima, en la que todavía por nuestra edad no sabíamos muy bien el significado de aquel fuego nocturno, simplemente era la excusa perfecta para salir por la noche, juntarnos con los amigos y además tomarnos gratis un buen chocolate, casi nada.

c181.jpgCada barrio tenía la suya, mejor o peor, todo el mundo se las arreglaba para apropiarse del fuego purificador. Recuerdo que después de un tiempo íbamos a la de Villabazal, no era la nuestra, pero no importaba, la hospitalidad era la misma, los pueblos es lo que tienen, todos nos conocíamos, convivíamos y había para todos. Pero el tiempo pasa, y todo desaparece, y aunque no fuera así vamos creciendo y lo que antes era mágico y extraordinario se nos queda pequeño, así que luego disfruté de la hoguera de las Fiestas de San Juan en Mieres, ya el chocolate, los bizcochos y los vecinos nos sabían a poco, y en aquellos primeros atisbos de libertad había que lanzarse a conocer y disfrutar de otras cosas, y así lo hacíamos, nos uníamos a la hoguera, y cantábamos y bailábamos agarrados de las manos “la danza prima”, preciosa por cierto (hay un galán de esta villa, hay un galán de esta casa…).

Luego ya no he ido más a ninguna hoguera, no he seguido tampoco nunca los rituales del fuego, jamás he dejad sus manos la responsabilidad de eliminar de mi vida lo desagradable, lo dañino, lo no deseado, el único ritual que todavía algún año sigo, es curioso, lo hacíamos de niños, es echar la clara de un huevo en un vaso de agua a las doce y dejarlo toda la noche, para ver al día siguiente como dentro del mismo se forma un velero, pura magia que solamente, nos decían, se puede conseguir en la Noche de San Juan.

Hoy al igual que todos los años, no acudiré a ninguna hoguera, porque mis noches de San Juan se quedaron en aquella, la que hacíamos al lado de las casas “del corredor”, donde disfrutábamos de la vecindad y la amistad mientras saboreábamos un rico chocolate; ojalá la magia de esta noche consiguiera devolvérmela y junto con ella a todos quienes formaban parte de mi vida en aquellos tiempos.