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Mi árbol de Navidad

Una hogarada navideña para encandilar nuestro recuerdo. Combinando fuerza evocadora y sencillez expresiva, Araceli, dotada de una imaginacíón inagotable y de un corazón siempre agradecido, nos invita a su Navidad para... mejor recordar la nuestra.
Belén de cartón.jpg



MI ÁRBOL DE NAVIDAD
 

 

Siempre me ha gustado la Navidad. Estoy segura de que la fecha de mi nacimiento tiene mucho que ver, pero sobre todo, como viví en mi infancia las que pasados los años, se convierten en muchos casos en las fechas que a todo el mundo le gustaría borrar del calendario.

 

Cartón, plastilina y aluminio
 

 

Mi primer año de vida lo celebré ante una tarta, y como telón de fondo, el árbol de Navidad. A aquél le siguieron año tras año uno y otro, y otro más, y el Nacimiento, unas figuras de cartón, regalo de la marca Avecrem, que colocaba cuidadosamente en el aparador del comedor, y que adererezaba con un puente hecho de plastilina, un río de papel de aluminio y un buen Árbol de Navidad.jpgmontón de árboles, que no eran ni más ni menos que bolígrafos recubiertos de espumillón de todos los colores. Mi tío Victorino contribuyó a la puesta en escena de aquel Belén tan original pero tan bonito.

 

En aquella época el espumillón y las bolas de colores eran los adornos estrella de las Navidades, y las luces, un arco iris de tonalidades, la alegría que lo iluminaba todo; se adornaban cuadros, espejos, todo lo que teníamos a mano, y nunca nuestras casas estuvieron tan guapas y tan lucidas, tan brillantes y tan engalanadas para celebrar unas fiestas cuyo sentido y significado, desgraciadamente, se va perdiendo con el paso de los años.
 

Mi árbol de Navidad
 

 

Recuerdo perfectamente que mi tío Pepe siguió contribuyendo para que en mi vida nunca faltara un árbol por Navidad, y ya antes de mi cumpleaños compraba uno, grande, todo lo que se podía, y juntos lo adornábamos, para después abrir aquellas tremendas cajas de polvorones que su hermana le mandaba de Andalucía, y mano a mano ir eligiendo el del sabor que más nos gustaba.

Mesa Navidad.jpgHace ya bastante tiempo decidí tener mi propio árbol de Navidad, el que año tras año decoro y coloco con todo el mimo que me es posible, y llegué orgullosa a mi casa, con mi primer árbol en propiedad, como las jóvenes que antaño preparan su ajuar para el día de su boda. Aquel primer año coloqué el árbol en mi habitación, como en las películas, y me sentí como la estrella que lo adornaba, brillante e importante, y mi habitación era la Navidad, y todas las noches me acostaba mientras las luces del árbol me recordaban lo feliz que me sentía.

Al año siguiente mi tía Fina me sugirió trasladarlo al salón, para que todos pudiéramos compartir aquel precioso árbol al que año tras año, hasta no hace mucho, le fui comprando algún que otro adorno para hacerlo todavía, si se puede, más bonito.
 

Decorando para mi estrella
  

Como en casi todo, y en esto no iba a ser menos, soy bastante excesiva, y mi casa en esas fechas, es un despliegue de motivos navideños; incluso todos los años, el día de Nochebuena, cuando nos reuníamos para cenar en casa de mi tía Fina, yo llevaba mi set navideño: el mantel, un centro de mesa, las servilletas al uso, y los villancicos, porque mi tía Fina, al igual que yo adoraba la Navidad y sus canciones, y aunque ni mi primo ni mis padres compartieran nuestra afición, nosotras nos teníamos la una a la otra para disfrutarla. Si ella no había tenido el humor suficiente para colocar el árbol, el mismo día yo me encargaba de la decoración, así que siempre la recuerdo con aquella sonrisa con la que me recibía, mientras decía que ya había llegado "la alegría de la huerta."

Este año nuestras Navidades serán diferentes, porque se nos ha apagado una estrella, pero sé que ella está ahí, esperando que coloque mi árbol, que lo adorne y lo pongo hermoso para colarse entre sus ramas y emitir un halo de luz, con la misma intensidad y el brillo que desprendió en vida.

Estas Navidades tendré el árbol más bonito de toda mi vida, y mientras lo adorne intentaré averiguar el lugar desde el que mi tía Fina desplegará su magia, y en su memoria, un año más serán los villancicos quienes me acompañen, y su recuerdo el que consiga que a pesar de todo, continúe amando la Navidad.


© Araceli Zapico, Oviedo, diciembre de 2011